Cumbre sobre innovación y educación y su impacto en el desarrollo

El Consejo Latinoamericano de Escuelas de Administración, Cladea celebró su 47ª Asamblea Anual, bajo el auspicio de la Universidad ESAN en Lima, Perú. Más de 600 directores y docentes de escuelas de negocios de Latinoamérica y de muchos países del mundo nos dimos cita en este importante encuentro.

No voy a referirme a las ponencias y trabajos de alto nivel académico que se presentaron; quiero resaltar la iniciativa de la ESAN a través de su docente, el Dr. Alejandro Toledo, ex presidente del Perú, quien organizó un encuentro con sus antiguos colegas y amigos: Vicente Fox Quesada, de México; Ernesto Samper, de Colombia; Vinicio Cerezo, de Guatemala; Jaime Paz Zamora y Jorge Quiroga, de Bolivia; para tratar el necesario tema de la innovación y creatividad dentro de la educación universitaria para provocar el crecimiento de nuestras sociedades.

Sin embargo, hay una objeción ideológica muy bien fundada al crecimiento y progreso basados en la innovación, en particular a la corriente técnica y científica necesaria para impulsar dicho crecimiento. Hay evidencia de que en el largo plazo, y tomando en cuenta las dimensiones sociales y económicas, nuestras sociedades productivistas tienen la tendencia hacia la autodestrucción y no hacia el bienestar. De esta manera estaríamos aceptando que el futuro es un bien escaso y, por lo tanto, es necesario cuidar el presente para disminuir las posibilidades de que todo termine en desastre.

Es muy fácil izar la bandera del “decrecentismo”, como se llama a esta tendencia que defiende la negativa al uso de la creatividad, cuando pertenecen al selecto y pequeño grupo de países y sociedades con un alto nivel de vida. ¿Qué le queda a América Latina con muchas necesidades insatisfechas y casi todo por hacer? Pues no hay más alternativa  que ser creativos e innovadores.

Pero no hay posibilidad de innovar sin el conocimiento que da la educación. Alejandro Toledo dice: “Soy libre por la educación”. Y continúa: “Latinoamérica tiene ahora una posición económica y de recursos que le permitirá adueñarse del siglo XXI”. Es verdad, no necesitamos depender de Europa (tan afectada por la crisis) ni de los Estados Unidos de Norteamérica; debemos mirar hacia otros mercados que ahora nos consideran importantes.

Las prescripciones económicas y políticas que nos impusieron en el pasado llevaron a un estado de fragilidad a nuestras instituciones democráticas, con altísima corrupción e inseguridad y, sobre todo, a aceptar con taimada resignación la extrema pobreza de nuestra gente. Con creatividad vamos a incorporar al pobre en el proceso productivo, convenciendo al sector privado que es un buen negocio invertir en reducir la pobreza.

En consecuencia, nuestras universidades deben preparar no solamente hábiles empresarios, sino fundamentalmente administradores públicos entrenados en gerencia social que gestionen resultados concretos para el pueblo, de acuerdo al actual crecimiento de Latinoamérica.