A los 184 años de la muerte del Libertador Bolívar, en un marco de mayor solidaridad con Cuba y de respaldo de gobiernos de izquierda y progresistas, se anunció la decisión de Cuba y EE.UU. de reanudar relaciones después de 54 años de hostilidad y agresiones a la isla de la libertad que en las narices del imperio decidió la vía del socialismo y la defensa y ejercicio pleno del principio de autodeterminación.
Cuba, con muy limitados recursos, ha sido campeón en educación, salud, deportes, entrega solidaria de becas y asistencia técnica a decenas de países, pero sobre todo fuerza y fiereza para defender su soberanía, dignidad y políticas internacionales de solidaridad. Recibió ayuda fraterna de todo tipo de los países socialistas, lo que le permitió resistir, construir, avanzar.
A su pueblo y dirigentes de la talla de Fidel, ‘Che’ Guevara y Raúl les tocó enfrentar situaciones difíciles, desde invasiones hasta el criminal bloqueo (desde 1962) elevado al rango de ley (Helms-Burton), que ha causado tantos daños humanos y económicos; pasando por actos de terrorismo y toda una campaña de calumnias y desinformación que persiste. Es evidente que la derecha y su poder mediático aún desinforma y busca torpedear este acuerdo que es bien visto por la mayoría de la opinión pública en EE.UU., incluidos sectores empresariales de Miami, que enfrenta la oposición de sectores mafiosos del exilio; y por el conjunto del Gobierno, Parlamento y pueblo cubanos, que exigen y esperan se hagan efectivas las primeras medidas.
Barack Obama, por fin, reconociendo la nueva época, observó que las medidas contra el pueblo cubano no les surtió efecto y que más bien EE.UU. terminó aislado, al menos en el seno de la ONU, en donde por décadas se repudió el bloqueo y demandó que se lo levantara, con los dos únicos votos en contra (EE.UU. e Israel) y dos o tres abstenciones de países satélites.
Raúl Castro dijo con claridad que la reanudación de relaciones no implica renunciamiento alguno a los principios y el socialismo y reconfirmó su sólida amistad con Venezuela, frente a las recientes nuevas agresiones, que contrarían la declaración de Obama de tener nuevas formas de relaciones con América Latina, que a todo nivel apoya la iniciativa y espera que se supere el embrollo jurídico sobre el bloqueo, que pasa por el Congreso.
Hay un buen comienzo: la liberación de los héroes cubanos encarcelados en EE.UU. por cerca de 15 años; se busca avanzar con intereses compartidos en materia de migración, visas, remesas, guerra contra el terrorismo, salud, deportes, cultura, expansión del comercio, turismo, comunicaciones, revisión del estatus yanqui sobre el supuesto apoyo de Cuba al terrorismo, derecho de la isla a participar en foros internacionales.
El papa Francisco ha jugado un honroso papel. Todos esperamos que se concreten las medidas acordadas. Debemos luchar contra los reducidos grupos y poderes que se oponen y buscan una vez más el desangre y las penurias humanas.
Cuba ha sido y es un ejemplo para los países, sobre todo por su dignidad, decencia y espíritu solidario. Así lo confirman el apoyo al proceso de paz en Colombia, la lucha contra el ébola en África y las decenas de miles de becas y apoyo en salud, educación y deportes a América Latina.
En Cuba sigue vigente el grito de guerra del ‘Che’ Guevara: ¡Hasta la victoria siempre!, que se ha extendido en el continente, que procura construir la Patria Grande, como soñó Bolívar.
