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El Telégrafo

¿Cuánta sanción se requiere?

06 de julio de 2012 - 00:00

El presidente Correa llegó a la reunión de Unasur en Mendoza la madrugada de ese día viernes. Con el frío del invierno sureño, no esperó y pronunció allí mismo unas palabras necesarias en torno a la defensa de la democracia y la inaceptabilidad del seudogobierno instalado ahora en Paraguay.

La reunión de presidentes fue secreta, pero siempre hay trascendidos. Se supo que la presidenta Fernández de Kirchner fue quien insistió en no poner sanciones económicas, pues afectarían al pueblo paraguayo. El presidente Correa, en parcial disentimiento con ella en este punto, proponía sanciones más duras que la sola suspensión del Paraguay en Unasur hasta que haya elecciones.

Quizá ambos tenían razón. Cierto es que las sanciones económicas pueden dañar más a pueblos que a gobiernos, o al menos a ambos con parecida virulencia. Pero también es verdad que la sanción -para ser plenamente tal- debe ser muy fuerte. Y en ese caso, pudo haberse pensado en una tercera opción: una sanción más dura, pero no económica.

Es que ya vimos en Honduras la operación del “golpe blando”: echar al presidente en ejercicio, y luego arreglar condiciones para una elección donde los usurpadores puedan ganar. Esa elección puede ser totalmente legal, dado que el mando del gobernante expulsado no es para ganar la próxima elección, es por haber ganado la anterior.

Habiendo triunfado en la misma, tenía un período que cumplir y que se le ha interrumpido. La conclusión que se sigue es clara: hay que exigir la restitución democrática, no a través de elecciones posteriores, sino por la directa vuelta al cargo del presidente depuesto.

Eso es lo que, de hoy en más, debiera sentar doctrina para casos análogos. Incluso es lo que debiera plantearse en la próxima reunión de Unasur respecto del Paraguay, para que la medida de suspensión de ese país no sea levantada en un plazo ya previsible.

Llamar a elecciones es permitir la posibilidad de que quien ganó la votación anterior no gane en este caso, por razones diversas (entre las cuales no faltan las de apoyo financiero y mediático menguados). Lo burlado por los golpistas no son las elecciones por venir, sino las anteriores: hasta que el número de días de mandato de las mismas no sea cumplimentado por Lugo como presidente, se estará faltando a la democracia en Paraguay. Y ello, por más elecciones nuevas que se haga, y por más transparentes que estas pudieran llegar a resultar en sus procedimientos (de más está decir que nada hay que haga siquiera esperable dicha transparencia).

De tal modo, creemos que el presidente Correa ha tenido razón cuando ha pensado que la sanción al gobierno usurpador paraguayo no ha sido suficiente; hay que exigir lo que corresponde, y ello no puede ser otra cosa que la restitución del cargo al presidente Lugo, hasta que se cumpla el número de días que corresponde a su mandato. La sanción hoy dada por Unasur es clara e inequívoca, y tendrá cierta eficacia indubitable; pero sin dudas no es todo lo drástica que las circunstancias podrían exigir.

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