a región está dividida entre los países que han reconocido como mandatario al presidente de la Asamblea Nacional y aquellos que mantienen el apoyo a la camarilla gobernante en Venezuela.
Las cancillerías que rompen lanzas por el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) pertenecen a sus aliados ideológicos, como Cuba, Bolivia, Nicaragua y El Salvador. Son regímenes que han recibido cuantiosos recursos de las arcas venezolanas en los últimos años. Son los mismos, además, que han aprovechado el petróleo enviado desde Caracas para entronizar sus regímenes.
Muchos de los ejecutivos que apoyan a Maduro son parte de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de América (Alba), un organismo regional cuyo origen estuvo más marcado por cerrar filas contra Estados Unidos que por el propósito de mejorar la vida de los habitantes del bloque. Pero la complicidad que muestran actualmente con el Palacio de Miraflores ha llegado a convertirse en censura informativa hacia el interior de esos países.
En Cuba, gracias a la llegada de internet a los móviles en diciembre pasado, los ciudadanos están comparando las noticias sobre las manifestaciones en Venezuela que publican los medios independientes o extranjeros, distantes de la fanfarria triunfalista que publican los periódicos y la prensa oficial.
La cadena Telesur ha hecho gala de una ceguera patológica a la hora de contar las protestas. En Nicaragua, numerosos colegas periodistas se quejan de que la propaganda de Ortega también distorsiona las manifestaciones populares contra Maduro. En El Salvador, la lealtad de Salvador Sánchez Cerén está aumentando el descalabro político de su partido.
Otras naciones, como México, han preferido mantenerse al margen en nombre del principio de no intervención y autodeterminación de los pueblos. Una postura que ubica al país norteamericano como posible intermediario en una negociación entre las fuerzas en disputa en Venezuela.
Sin embargo, más allá de las posiciones puntuales de cada gobierno, lo cierto es que América Latina vuelve a dividirse y a enfrentarse. Venezuela es el nuevo cisma que sacude a la región. (O)
* Tomado de DW
