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El Telégrafo

Cinco millones

07 de mayo de 2013 - 00:00

Cinco millones de personas, esta cifra la escuché por primera vez en los inicios de la década de los años sesenta como  una contabilidad trágica del éxodo generado por la guerra española y a la que se sumaron posteriormente, una vez consolidada la dictadura, los desterrados del país por la pobreza.

En la década del 70, desaparecido el dictador, y superada una asonada militar, último estertor del régimen fascista que puso en peligro el acuerdo social de los pactos de la Moncloa para democratizar el país, se estimó iniciado el “Estado de Bienestar” en España y hasta parecía que se excedía en el consumo, pero estos excesos eran travesuras inocentes de una sociedad injustamente reprimida tantos años. España crecía rápidamente, recobrando su natural alegría y como testigo del cambio, en el barrio de Malasaña, se instalaba el centro de la movida madrileña de los años 80.

A fines del milenio se presentaron los síntomas del verdadero peligro para el equilibrio de la economía, constituidos por los capitales especulativos disponibles en las financieras transnacionales que a precios exorbitantes negociaron la venta de bienes inmuebles apalancados en los créditos de un colectivo de ahorristas poco advertidos de estas finanzas tramposas.

Coincidente con esta época se sucedieron varios gobiernos en el Ecuador, a los cuales las entidades internacionales de crédito, como condición ineludible para la concesión de préstamos, les impusieron los ajustes neoliberales y, por otra parte, se protegió una banca con créditos capturados por sus negocios, los cuales quebraron produciéndose una masiva emigración que eligió como destino final y tierra prometida: España.

La crisis financiera europea estalló en los años finales del milenio y el detonante dramático en España fue visibilizado por la denominada burbuja especulativa en el mercado de bienes inmuebles. Al respecto se tiene investigación abundante, pero creo que en el fuero interno común de las víctimas está clara la manipulación del capital financiero transnacional afectando a los sectores vulnerables con la pérdida de su vivienda, sin que esta sea suficiente para saldar la deuda. En este colectivo están los emigrantes ecuatorianos.

Al finalizar el presente mes de abril, la nefasta cifra de los que en el pasado fueron afectados por la guerra española ha sido sobrepasada a seis millones de desocupados, dura lección para no olvidar las consecuencias de los ajustes neoliberales.

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