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El Telégrafo

Chevron: paga lo que debes

14 de noviembre de 2013 - 00:00

La Corte Nacional de Justicia (CNJ), a través de la Sala de lo Civil y Mercantil, acaba de dictar un fallo que confirma la sentencia dictada por los jueces de Sucumbíos, la cual mandaba a Chevron-Texaco  pagar  nueve mil quinientos millones de dólares por concepto de indemnización a los pueblos amazónicos afectados por la criminal política ambiental y social ejecutada en la región a lo largo de 28 años que duró el saqueo de nuestro petróleo por parte de la multinacional.

Como la empresa delincuente se negó a presentar las debidas disculpas a las comunidades afectadas, los jueces duplicaron la suma, que se elevó a 19 mil millones. El fallo de la sala elimina esta segunda parte de la sentencia, con lo cual la multinacional norteamericana se beneficia con la mitad del monto. Habrá que ver hasta qué punto este perdón se justifica legalmente, pero lo seguro es que Chevron-Texaco, pese a la gracia concedida, continuará negándose a pagar hasta el fin de los siglos. Y es que -como lo hemos dicho hasta el cansancio- esto no es cuestión de justicia ni de montos: es cuestión de soberbia imperial y de cuidarse en salud por parte del monopolio.

Chevron se niega a pagar  porque, si aquí deja que se le saque un pedacito de su robusta corpulencia, todo el mundo se le alzará en los cinco continentes.La soberbia del imperio es colosal: por menos cantidad de dólares, derivada de una modesta reforma agraria decretada en Guatemala por el gobierno democrático del coronel Jacobo Arbenz, a exigencias de la United Fruit (hoy Chiquita o Brands), el Pentágono y la CIA armaron toda una invasión de mercenarios en 1954, derrocaron al Gobierno, fusilaron y torturaron a mansalva y establecieron un régimen de terror que duró cerca de tres décadas. Siempre con el apoyo directo de Washington. Es que la osadía de izar banderas de soberanía y dignidad frente al imperio se paga con la muerte; de otra manera, cualquier colonia se alzaría a mayores; el imperio dejaría de ser imperio.

La otra razón por la que Chevron-Texaco se niega a pagar a los demandantes ecuatorianos es porque si aquí deja que se le saque un pedacito de su robusta corpulencia, todo el mundo se alzará en los cinco continentes para ajustar cuentas con estos bribones, pues en todas partes han arrasado suelo y subsuelo, han causado cáncer y otros males, se han burlado de las leyes, han desacatado a los Estados. Por eso mismo va creciendo en todas partes la solidaridad con los demandantes y con nuestra patria, hoy amenazada brutalmente por este motivo.

Esta solidaridad se amplía cada vez más en el mundo, con el pronunciamiento de gobiernos y representantes de los pueblos, que incluyen valerosas y dignas voces de dirigentes y artistas norteamericanos. De aquí la necesidad de que entre nosotros se incremente la difusión de esta turbia historia, se promueva el aglutinamiento de las comunidades y se unifique la acción, por encima de las críticas o desacuerdos que en diversos lados se expresen frente al gobierno del presidente Rafael Correa. Y es que en esto se juega el ser mismo de la nación ecuatoriana, no un programa partidista ni una postura ideológica determinada.

A propósito, los millares de candidaturas electorales provinciales, municipales y parroquiales, que hoy salen a la palestra, si en  verdad son progresistas y patrióticas, deberán todas lanzar un solo clamor: Chevron: paga lo que debes. Esto contribuiría a la unidad nacional y, de paso, evitaría que la contienda se convierta en ring de rivales vanidosos y en baratillo de ofertas electoreras.

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