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El Telégrafo
Fander Falconí

Charlie Hebdo

14 de enero de 2015 - 00:00

Me apena e irrita mucho lo ocurrido con los periodistas y caricaturistas en Francia, tanto como lo ocurrido en Gaza o en Nigeria. Ojalá que los medios dieran la misma cobertura a todas la tragedias.

El semanario satírico francés Charlie Hebdo sufrió un condenable ataque y, producto de ello, murieron periodistas, policías, víctimas inocentes y los propios terroristas. La red Al Qaeda asumió la responsabilidad del ataque. El horrendo crimen cometido merece mi rechazo y repudio.

Recordando la letra de La Marsellesa, uno se pregunta: ¿quién viene hoy a degollar a los hijos de los franceses? Para responder a esta interrogante, una de las claves consiste en comprender que este hecho no es aislado, sino que forma parte de un acumulado histórico.

Los atentados del 11 de septiembre de 2001 a las Torres Gemelas de Nueva York, imputados a la red Al Qaeda, marcaron un antes y un después en la historia mundial. Con el argumento del terrorismo, Occidente ha destruido países y ha causado la muerte de miles de civiles inocentes, muchos musulmanes. En diciembre del año pasado, un informe del Senado norteamericano reveló que la CIA sometió a decenas de detenidos vinculados a Al Qaeda a brutales e ineficaces torturas.

¿Acaso la masacre a palestinos, el año pasado, no fue terrorismo internacional? Hace menos de dos meses un ejército entero masacró sin piedad mujeres y niños en una franja llamada Gaza. Por cierto, el responsable directo de esta masacre, el primer ministro de Israel, Netanyahu, participó en París en una manifestación contra los atentados, junto a otros líderes mundiales.

El ataque al semanario podría provocar otro giro mundial. Un momento de endurecimiento e intolerancia, similar al 11-S. Aterran las voces de la ultraderecha mundial, con el Frente Nacional de la familia Le Pen a la cabeza, pidiendo profundizar las leyes restrictivas contra la movilidad humana y la hostilidad creciente hacia el islam y los islamistas (islamofobia).

También cabe reflexionar sobre la ponderación e importancia que dan los ‘medios de comunicación’ a determinados acontecimientos. El 10 de enero pasado, es decir en forma simultánea al ataque al semanario, en Nigeria un ataque suicida habría dejado al menos 20 muertos, en un mercado de Maiduguri. La suicida era una niña de 10 años.

Los afectados no hacían caricaturas que podrían resultar ofensivas a otros, eran personas que hacían el mercado para aprovisionarse de comida. La cobertura de la prensa internacional parece que otorga una condición superior si se es caricaturista, y francés, que un simple viandante nigeriano, porque de esto último no se ha sabido mucho o nada, siendo un acto igual o más bárbaro que el ocurrido en la culta Europa (sea desde el lado de los victimarios o de las víctimas).

Por último, el atentado en París permite abrir el debate sobre las libertades. En aquellos países en donde más se vocifera por la libertad, también se aplica la pena de muerte... ¿y no es la pena de muerte una forma convencional (cultural, entonces) de restringir el derecho a la vida? Ojalá podamos consentir, todos, que todas las sociedades y civilizaciones somos iguales.

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