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El Telégrafo
 Juan Carlos Morales. Escritor y periodista ecuatoriano

Carta a México

15 de noviembre de 2014 - 00:00

¿Por qué cuarenta y tres jóvenes han desaparecido?, se pregunta Jorge Volpi, a propósito de los muchachos del normal de Ayotzinapa, desaparecidos en Iguala. Y continúa: ¿Por qué no pronunciamos a diario, en voz alta, los nombres de Jhosivani, Luis Ángel, Marco Antonio, Saúl Bruno, Jorge Antonio, Abel, Carlos Lorenzo, Adán Abraján, Felipe Arnulfo, Emiliano Alen, César Manuel, Jorge, José Eduardo, Israel, Antonio, Christian Tomás, Luis Ángel, Miguel Ángel, Benjamín, Alexander, Leonel, Everardo, Doriam, Jorge Luis, Marcial Pablo, Jorge Aníbal, Abelardo, Cutberto, Bernardo, Jesús Jovany, Mauricio, Martín Getsemany, Magdaleno Rubén, Giovanni, José Luis, Julio César, Jonás, Miguel Ángel, Christian Alfonso, José Ángel, Carlos Iván, José Ángel e Israel? Elena Poniatowska, en el Zócalo, se pronuncia: “Así como se dice ‘Sin maíz no hay país’, sin los jóvenes no hay nada”. Ante esto, no queda más que las palabras de México.

“-¡Diles que no me maten, Justino! Anda, vete a decirles eso. Que por caridad. Así diles. Diles que lo hagan por caridad. -No puedo. Hay allí un sargento que no quiere oír hablar nada de ti”. Juan Rulfo, en El llano en llamas.

“No amo mi patria. / Su fulgor abstracto  es inasible. / Pero (aunque suene mal) / daría la vida / por diez lugares suyos, / cierta gente, / puertos, bosques de pinos, / fortalezas, / una ciudad deshecha, / gris, monstruosa, / varias figuras de su historia, / montañas / -y tres o cuatro ríos”. José Emilio Pacheco, en Alta traición.

“Dales la vuelta,  / cógelas del rabo (chillen, putas),  / azótalas,  / dales azúcar en la boca a las rejegas,  / ínflalas, globos, pínchalas,  / sórbeles sangre y tuétanos,  / sécalas,  / cápalas,  / písalas, gallo galante,  / tuérceles el gaznate, cocinero,  / desplúmalas,  / destrípalas, toro,  / buey, arrástralas,  / hazlas, poeta,  / haz que se traguen todas sus palabras”. Octavio Paz, en Las palabras.

“Con fecha de hoy retiro de tu vida mis tropas de ocupación. Me desentiendo de todos los invasores en cuerpo y alma. Nos veremos las caras en la tierra de nadie. Allí donde un ángel señala desde lejos invitándonos a entrar: Se alquila paraíso en ruinas”. Juan José Arreola, en Armisticio.

“El mundo ya no es mundo de la palabra / nos la ahogaron adentro / como te asfixiaron, como te desgarraron a ti los pulmones / y el dolor no se me aparta, solo tengo al mundo / por el silencio de los justos / solo por tu silencio y por silencio, Juanelo”. Poema de Javier Sicilia a su hijo asesinado.

“De los huesos también, / de la sal más entera de la sangre, / del ácido más fiel, / del alma más profunda y verdadera, / del alimento más entusiasmado, / del hígado y del llanto, / viene el oleaje tenso de la muerte, / el frío sudor de la esperanza, / y viene Dios riendo”. Jaime Sabines en el texto Algo sobre la muerte del mayor Sabines.

“Yo no he visto candidato / que no sea convenciero; / cuando suben al poder / no conocen compañero. / Zapata le dijo a Villa: / -Ya perdimos el albur; / tú atacarás por el Norte, / yo atacaré por el Sur. / Ya con esta me despido / porque nosotros nos vamos / que se termina el corrido: / despierten ya mexicanos”. Corrido mexicano de inicios de la Revolución.

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