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El Telégrafo

Candidatos faranduleros

20 de noviembre de 2012 - 00:00

¿Qué estará pasando al interior de las diferentes organizaciones políticas del país que han inscrito sus listas para terciar como candidatos a asambleístas? ¿Será que no disponen de cuadros aptos, esto es que hay pobreza de calidad en sus elementos, para el delicado e importante desempeño como miembros de la función legislativa?, ¿o será acaso que los dirigentes de los partidos -que son quienes eligen a los candidatos de su organización-, obnubilados ante la popularidad de las estrellas terminaron convencidos de que los mejor dotados para este tipo de lides de elección popular son precisamente las ex reinas de belleza, o los “famosos” de la televisión, o de los escenarios de la farándula, o de las canchas de fútbol? ¿O es que tal vez se piensa que ser rostro del espectáculo significa un valor agregado para la persona, con pase inmediato al  campo político? En cualquier caso, esta ligereza se estaría tornando peligrosa para los intereses de la nación, si es que en realidad los candidatos faranduleros no estarían capacitados para asumir una responsabilidad de tal naturaleza.

Y a propósito, ¿podríamos saber en algún momento antes de las elecciones, aunque sea en resumida síntesis, acerca del desempeño en la Asamblea de  aquellas estrellas que aspiran a su reelección? ¿Se nos daría a conocer si en realidad devengaron sus respetables ingresos provenientes de los fondos del Estado, con un aporte de trabajo valioso e importante para la vida del país? Si así fuera, sería justa su candidatura, al igual que si esas nuevas estrellas de la política ecuatoriana se han capacitado para el cumplimiento de obligaciones que exigen determinados conocimientos, o que han desarrollado actividades de servicio a la comunidad sobre la base del dominio de la realidad distrital o nacional. Preocupa en toda forma el criterio con el que se está tomando la selección de las candidaturas a funciones superiores del Estado, pues aunque no lo exijan nuestras leyes, por respeto al electorado y por precaución a posibles futuros problemas que pudieran surgir, se debería poner mayor cuidado y responsabilidad.

No nos convencen las candidaturas faranduleras. No es fácil aceptar que si es el caso, tan solo por una figura esbelta, con nombres, apellidos y aspecto extranjeros más ex reinado de belleza por añadidura, vaya a desempeñarse de manera eficiente en una segunda magistratura del país. Del mismo modo que tampoco nos convence que aspirantes a asambleístas sean tan solo rostros de televisión, o cantantes, o animadores de la farándula, o futbolistas destacados, si estas virtudes no vienen acompañadas de aptitudes o experiencias que hayan demostrado sus conocimientos y talentos para un buen desempeño en las lides políticas, así como una auténtica preocupación y entrega encaminada a dar solución a los problemas del pueblo.

Entendemos que las actividades propias de las estrellas del espectáculo cumplen una función social, cual es la de divertir a la comunidad y, en algunos casos, contribuir al desarrollo de la cultura, el arte o el deporte nacionales. Esto es muy valioso. Significa un rol importante en la vida de la comunidad ecuatoriana. Pues entonces en el futuro, permítase que estas estrellas continúen enriqueciendo el espíritu de nuestro pueblo desde su propia condición de artistas. Y tampoco retiren de las canchas a los más destacados deportistas, pues se estaría privando a la afición de la satisfacción surgida ante el desempeño extraordinario de aquellas figuras del fútbol, se castigaría a los equipos más importantes con la ausencia de sus mejores exponentes, desmembrando así a prestigiosos cuadros nacionales y aun a nuestra selección, que vería restada su capacidad de mayores éxitos en el campo del deporte internacional.

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