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El Telégrafo
Fausto Segovia Baus

Cambios en la evolución humana

04 de agosto de 2021 - 00:44

Cuando se habla de evolución es inevitable referirse a Charles Darwin y su obra monumental: “El origen de las especies”. También se recuerda a otros científicos famosos como Karl von Linneo, Conde de Buffon, George Cuvier, Jean Baptiste de Lamark, Alfred Wallace, Gregor Mendel y Teilhard de Chardin, quien con su tesis sobre “El fenómeno humano”, intentó combinar el evolucionismo con el creacionismo.

¿Por qué tratar este tema en una columna de opinión? Porque la ciencia está más asequible que antes, gracias a las noticias, las investigaciones y la Internet, y porque la ciencia –ya no es exclusiva de los científicos-: nos concierne a todos los ciudadanos con el propósito de intentar la defensa de la vida, que está ciertamente en peligro.

Una noticia sorprendente, según hallazgos recientes, que han cambiado los conceptos de la evolución humana, se refiere a la constatación de la coexistencia –por miles de años- de tres especies humanas inteligentes: el homo sapiens o el hombre moderno; el hombre de Neandertal; y el Divosoniano. Los genes humanos –han demostrado estudios- tienen componentes del hombre de Neardertal, con quien convivió y apareó por mucho tiempo.

Y así, por obra de la evolución y otras incidencias que afectaron a estas especies, luego de la desaparición de los dinosaurios, la hominización –conocida como evolución humana- cobró nuevos significados, con el concurso interdisciplinar de la biología, la genética, la antropología física y cultural, la paleontología, la estratigrafía, la geocronología, la arqueología y la lingüística.

El género “homo” tuvo su ancestro, de acuerdo a las investigaciones, en el cuerno de África, actual Etiopía, que sobrevivió entre cinco y siete millones de años. Y de ahí comenzó la diáspora. Los lemúridos son antecedentes lejanos de los homínidos, mientras se consideran que otras especies como los chimpancés, los parientes vivos más próximos. Nuestro linaje –si cabe el término- evolucionó bajo condiciones naturales extremas, como la competición con otras criaturas, los cambios climáticos y las enfermedades. Lampiños, con mandíbulas débiles y un cerebro más grande, los humanos nos convertimos en la especie más rara del planeta; pudimos construir artefactos, entender conceptos abstractos y comunicarnos a través del lenguaje.

De lo dicho se infiere que la evolución y las mutaciones continúan; que los avances tecnológicos entrañan retos, y que la organización política y económica del mundo depende de factores y decisiones sobre el cambio climático, la urbanización, la población, la contaminación del aire, el mar y la tierra; la pobreza, la migración y la educación. ¿Un nuevo orden mundial en ciernes, sin armamentismo?

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