Los últimos hechos divulgados a través de redes sociales y medios tradicionales, ratifican la debilidad institucional que vive el país: delitos financieros impunes, reacción tardía de la justicia, vínculos institucionales con actividades ilegales, homicidios y denuncias de robo, así lo evidencian. Ello, sumado a la crisis política que afronta el país, ha llevado a que el gobierno atraviese momentos difíciles.
Sin embargo, en el ámbito político, no solamente el régimen ha entrado en un marcado proceso de desgante producto de errores propios, sino quienes han buscano minar su gestión, pues la corriente anticorreísta (hoy oposición), la cual recorre el país desde el 2017 y que permitió un cambio de timón el pasado 2021 se mantiene.
La salida de Glas sin duda, ha generado una reactivación de esa corriente que llevó al presidente Lasso al poder y que muchos en gobierno aún parecen desconocer.
Por otro lado, han sido claras las posiciones anunciadas desde varios sectores sobre nuevas intenciones de desestabilización en el mediano plazo. Mayo seguramente arrancará con manifestaciones en las cuales dichas intensiones se concreten.
El presidente Lasso deberá evaluar su tipo de liderazgo y analizar la posibilidad de mantenerlo o no en el futuro. Se puede señalar lo mismo sobre varias políticas generadas y sobre la actititud de varios miembros de su equipo de trabajo ante algunos hchos ocurridos.
El gobierno no ha podido responder ante varios hechos y coyunturas dramáticas y reales, quedándose en el señalamiento de que se trata de preocupaciones maximizadas en redes sociales o que en los sondeos, no figura el gobierno como el principal responsable de varias situaciones que ocurren en el país.
El actual mandatario deberá recordar que su ascenso al poder obedece a que logró posicionarse como el representante de la resistencia contra un autoritarismo que durante una década gobernó el país. Deberá recordar también que logró posicionarse como representante de un modelo económico que enfrentó al modelo estatista encubado en las tesis del socialismo del Siglo XXI.
El pretender actuar como si la sociedad hubiera superado ya el trauma de una década marcada por el autoritarismo, la propaganda y la corrupción, podría significar el fortalecimiento y retorno de sus principales representantes.
