El 9 de enero de 2004, a sus 94 años, Norberto Bobbio moría en Turín (Italia). En aquella época yo cursaba mi último año de estudios secundarios. No tenía idea de la existencia de Bobbio, ni había leído sus escritos. Por entonces, por defectos del colegio en el que estudiaba, quienes habíamos tomado la especialización en Ciencias Sociales debíamos profundizar solo en dos cosas: filosofía griega y marxismo. Solo después, en la universidad, supe de la existencia de la vasta literatura que pronto me hizo abandonar un breve y pueril período marxista. Uno de los ensayos que me inspiraron a mirar con desconfianza a los modelos autoritarios, sea del rasgo que sean, era de Bobbio. Años después, escribí un artículo académico sobre la “democracia en Bobbio”. Solo después sabría que ese ensayo empezó a gestarse cuando leí por primera vez aquel trabajo bobbiano.
De a poco me fui interesando en otros trabajos suyos, en su vasta bibliografía acerca de la teoría del derecho y de la política. Después, también, en sus escritos morales y en su vida. Una vida –decía él– sencilla, sin grandes episodios que merecieran ser contados, salvo por el hecho de que su larga vida, y la coincidencia temporal, le permitieron ser testigo privilegiado de un siglo tumultuoso. Se trataba, además, de una mente enciclopédica (por alguna razón, más común en Italia que en otros países: para hablar de dos contemporáneos, piénsese en Eco o en Montanelli).
Sin embargo de su éxito (ganó varios premios, fue senador vitalicio, a su muerte contaba con más de mil publicaciones entre artículos y libros, muchos traducidos a más de ocho idiomas), fue un hombre que no amaba las celebraciones, aunque las aceptaba como actos de cariño y admiración de sus estudiantes y amigos. Al final, en la última entrevista que concedió, admitió haber sido simplemente alguien que trató de “excavar hasta el fondo, pero que no logró hacerlo; que permaneció en la superficie”. Este año se publicará, bajo mi coordinación, un libro cuyo título será “La teoría del derecho de Norberto Bobbio”. Colaborarán algunos de los más importantes discípulos y estudiosos de la obra de Bobbio. Este será un modesto homenaje (me he dado cuenta de que no puedo sino hacer contribuciones modestas) a la obra de alguien que me inspiró a estudiar Filosofía del Derecho, alguien que me ayudó a establecer mis convicciones democráticas, un maestro como pocos. (O)
