Los ecosistemas de Canadá o EE.UU. son pobres en biodiversidad, podemos demorar unos tres días en auto al cruzar un bosque de pino, que ha generado una millonaria industria maderera. Estos países serán pobres en biodiversidad, pero los pocos recursos que poseen son abundantes e inagotables, razón de su riqueza económica. Ecuador es el país más rico del mundo en biodiversidad, ya que tenemos la mayor cantidad de formas de vida por kilómetro cuadrado.
Ante el norte somos considerados afortunados de poseer tanta riqueza biológica y nos ven como cavernícolas que no valoramos el tesoro que tenemos y no paramos de talarlo, destruyendo formas de vida que ni siquiera han sido registradas, extinguiendo algunas que pueden ser la cura para el cáncer y otras enfermedades que vendrán con el cambio climático al que contribuyen los países desarrollados los mayores emisores de gases invernadero, que nos exigen preservar nuestros bosques para que limpien la atmósfera que ellos no paran de contaminar.
Este tesoro de biodiversidad en mucho contribuye a nuestra pobreza económica, pues si queremos tener grandes plantaciones al igual que los norteamericanos, la lucha por impedir que las otras múltiples formas de vida originarias recuperen el terreno quitado, se torna costosa. Tumbar un bosque es muy fácil, pero convertirlo en una plantación rentable es difícil y caro, siendo el abundante uso de pesticidas la única forma, pesticidas que envenenan mucho más allá de la plantación.
En las estribaciones andinas y en nuestra Amazonía la tala de bosques no la para nadie y las tierras devastadas son simplemente desechadas para potreros que crecen en forma silvestre y son usados en forma antitécnica para criar ganado de razas poco productivas pero resistentes a la biodiversidad –en especial insectos- originaria de la zona. De hecho, la rabia en sectores amazónicos se debe a la presencia de ganado, el único animal que puede proveer abundante sangre que permite multiplicarse a las colonias de murciélagos portadores del mal.
Es en las dos últimas décadas que el planeta le da tanta importancia a los bancos genéticos que son nuestros bosques y selvas, que son poco rentables al ser talados y las tierras que quedan son poco aptas para el monocultivo. La única forma de rentabilizarlos es preservarlos y dedicarlos al ecoturismo y a la investigación científica; eso lo saben los países del norte, por ello su interés en un TLC que los convierta en dueños de este valioso banco genético que nosotros talamos y quemamos a diario.
