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El Telégrafo
Juan Montaño Escobar

Bilongo imperial

25 de marzo de 2015 - 00:00

Es canción con los que se puede y no con aquellos que se debería, aunque sepan muy bien la letra de la tonada. Las palabras anteriores son un intento para describir los procesos progresistas de América Latina. O mejor jazzear simpatías, apoyos o militancias hacia adentro (con despechos y críticas hacia afuera) y la pregunta: ¿quién inventó todo esto? Hay tantos nombres anónimos e históricos en la respuesta que solo queda apoyarse en las personalidades más visibles y en los ‘ismos’ procesales. También están tuntuneando impaciencias las omisiones abiertas o disimuladas, ya imposibles de desatender. La conducción política más alta confirma un imponderable: se empieza con un programa más o menos aplicable y mientras se hace camino al andar salen al encuentro episodios azarosos y discrepancias, por los que se alejan camaradas y se desvanecen franjas de apoyo popular.   

De todos los nombres el nombre: Hugo Chávez. Materialismo histórico o mitología de los pueblos de América, ¿por dónde nos vamos, estimados ekobios? El agua larga analítica sería por entregas, resultado de complicadas sesiones de la diversidad cultural que somos, sin dudas, infravalorada por el progresismo. ¡Hay parteras (actores sociales) como historias! Estas personalidades de Venezuela, Bolivia y Ecuador son inventos de sus realidades, convenientes y contradictorias. El acumulado reactivo antisocialista (o anticomunista) agobia el inconsciente colectivo se mezcla con los desencantos, además tiene la virtud proteica y adversa de los mass media opositores. Al final hay un brote emocional que calienta o celebra la calle, para el derrumbe o para mejorar el proceso. Unos creen que es por el estómago (consumo), enemigo de la activación cerebral política; y para otros es la ideología (educación política), que alcanza y sobra en los sectores más conscientes. “Somos víctimas de nuestro propio éxito”, fragmento explicativo de Rafael Correa. ¿Aumentó el consumo y decayó la razón ideológica de aquel? ¿O no hay esta razón y es igual para cualquier proceso?

El bilongo (maleficio) contra los gobiernos progresistas se resume en la ‘teoría del dominó’. Esta es la mecánica imperialista: si se interrumpe de manera definitiva el proceso bolivariano se afecta irremediablemente al ciudadano (Ecuador) y al comunitario (Bolivia). La palabra ‘imperialismo’ suele molestar a algunos teóricos de cierta izquierda pretenciosamente neo, porque supone corresponde a expresiones arcaicas de una izquierda paleo. Pero sus acciones contra Venezuela no se detienen por la semántica.

El asedio reaccionario al proceso bolivariano tiene ligeros éxitos por equivocaciones, exclusiones sectarias y corrupciones (el ariete más fuerte de la oposición nacional e internacional), también porque los gobiernos de Cristina Fernández y Dilma Rousseff, valiosos aliados del progresismo, atienden sus propias dificultades. Ya no se cuenta con el Gobierno de Uruguay. Ese es el escenario.

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