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El Telégrafo
Florencia Casamiquela

Falacias de un cambio que no llega

11 de enero de 2019 - 00:00

Un hombre se cruza con un borracho abrazado a una farola que buscaba algo. “¿Qué es lo que ha perdido?”, pregunta. “Mis llaves”, es la respuesta que recibe. “¿Las ha perdido por aquí?”. Y el borracho remata con aplomo: “No, pero por aquí hay más luz”.

La historia es una metáfora del oficialismo argentino y su batería de proyectos e iniciativas vinculadas a resolver la inseguridad. Todos sabemos que nada aportan al tema, pero allí parece que “hay más luz”. El Gobierno no puede hacer un balance positivo de su promesa de pobreza cero. Tampoco de sus promesas de inversiones genuinas. Ni qué hablar de su combate a la inflación. Tampoco puede contarnos cuántos jardines construyó con el dinero del Fútbol para Todos, ni cuántos empleos nuevos generó el habernos “integrado al mundo”.

Comienza el tiempo electoral y eso es un problema. La solución escogida resulta de una obviedad soporífera. Mirando de soslayo a Brasil, Macri busca bolsonorizarse y lanzar iniciativas vinculadas a una agenda sobre la seguridad y el orden. Pero hay un detalle. En esos temas parece que “hay más luz”. Pero la búsqueda, como la del borracho de nuestra historia, es infructuosa. Las iniciativas son insustanciales, cargadas de un mero afán provocador.

La iniciativa que pretende bajar la edad de punibilidad es un intento de volver al texto primigenio del decreto ley 22.278 dictado por Videla, que consagraba los 14 años como edad que hacía posible la imputación de un delito.

Lo mismo podríamos decir del intento de crear 10.000 reservistas. Por un lado se desmantelan las políticas de defensa, y por otro se lanza esta iniciativa. Falacias de la insustancialidad amarilla. El relato del cambio tuvo su momento de esplendor. Encarnó expectativas de transformaciones positivas, ofreció futuro, vehiculizó prejuicios de clase y prometió la placidez de una democracia sin conflicto. La contundencia de la realidad hizo trizas ese relato, ese imaginario.

Si no profundizamos el debate, correremos el peligro de convertirnos, también, en el borracho que buscaba sus llaves perdidas bajo la farola, no porque allí las hubiera perdido sino porque había más luz. (O)  

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