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El Telégrafo
Oswaldo Ávila Figueroa, ex docente universitario

Aún quedan profesores atados al pasado

27 de febrero de 2016 - 00:00

Por el nivel de la educación se mide la cultura y el progreso de los pueblos. Desde la instauración del gobierno del Buen Vivir se emprendieron pasos e incorporaron cambios para mejorar la calidad de la enseñanza y el rendimiento de los estudiantes en sus etapas, primaria, media y superior. Dentro de ese proceso, venciendo las trabas de grupos políticos, enclaustrados en el negocio fraudulento, se consagró en la nueva Carta Política la gratuidad de la educación, como la única garantía para que todos los ecuatorianos gocen del acceso a los planteles del Estado entorpecido en el pasado, por su alto costo y el atraco de ciertos profesores con las matrículas de ingreso, venta de folletos, promociones y el acoso. La intromisión política en el magisterio se convirtió en uno de los problemas más graves que lesionó el sistema permitiendo el ingreso de profesores, sin preparación académica, pero muy destacados, en su vida estudiantil, en promover trifulcas callejeras y como diestros en lanzar piedras sin importarle la vida de los agentes de la Policía y los bienes públicos y privados.

Al magisterio se lo consideraba botín político y es el ex- MPD que con su falsa ideología de ultraizquierdista escogió el camino del chantaje para exigir cupos en escuelas y colegios. Se apoderó de la otrora gloriosa Unión Nacional de Educadores y con esa muletilla manejó con audacia y amenaza las comisiones de ingreso, cambio y sanciones durante los débiles gobiernos que, por temor a los desórdenes y protestas agresivas, cedían, para calmar a los impostores. En otro escenario, según versiones de exfuncionarios  de la Universidad de Guayaquil, ciertas facultades no estaban exentas de la corrupción. Con el advenimiento de la Revolución Ciudadana, ya no se observan en colegios y centros universitarios a estudiantes en busca de intermediarios para ofrecer dádivas a los profesores acostumbrados a negociar pases de año. Con las jubilaciones masivas, la lista de inmorales desapareció, pero aún quedan sátrapas que avergüenzan al magisterio.

Ahora con la apertura de la campaña preelectoral, grupos partidistas, exhibiendo otras caretas y aprovechando los pocos infiltrados que les quedan, pretenden, con las promesas y ofertas de trabajo, seguir engañando a jóvenes para retornar a las reyertas callejeras y así actualizar presencia con la esperanza de alcanzar posiciones en la Asamblea y, desde allí, con supuesta mayoría de la oposición, desestabilizar al régimen de Alianza PAIS y volver, ilusamente, al pasado del usufructo y vida placentera. Los recientes sucesos de un sector estudiantil del Montúfar revelan que aún merodean en el magisterio ciertos profesores que, por odio al régimen del cambio, manipulan a estudiantes para promover el caos, pretender lesionar al gobierno de Alianza PAIS y, supuestamente, captar adherentes en su angustiosa carrera por llegar a la Asamblea en 2017. Se olvidan los falsarios que la educación de excelencia ayuda a transformar a Ecuador en una nación de paz y justicia social y que el buen maestro enseña con el ejemplo.  

Referente al tema, el presidente Rafael Correa ha dicho: “Si su candidato no le habla de educación, cambie de candidato, nuestro sueño es tener el mejor sistema de educación del planeta. Lo podemos lograr”. A los pocos profesores revoltosos y a sus alumnos les recordamos que uno de los fines de la educación es enseñar a los jóvenes el camino que deben seguir y las acciones a tomar para contribuir a los cambios que se plantean en la sociedad para su mejoramiento. El vandalismo del pasado no volverá. Ahora la mayoría entiende que solo el que sabe es libre. (O)

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