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El Telégrafo
Fredy Lobato

Apostasía

17 de agosto de 2019 - 00:00

Llamó poca atención mediática el llamado de un grupo ciudadano que a fines de julio se convocó en las afueras del arzobispado de Quito para solicitar salir de la Iglesia católica. ¿Pero cómo se puede solicitar dejar de pertenecer a una iglesia o religión? Si eres libre, puedes dejarla sin necesidad de hacer un trámite, como lo hemos hecho muchos. Pues el término se llama apostasía, y por este mecanismo se anula el certificado de bautismo que muchos tenemos porque nos fue impuesto de niños por nuestros padres.

El hecho llamó más la atención en las redes sociales; y aunque no eran muchos los que se organizaron o hicieron público este afán, el mensaje que quedó fue potente: salir de una institución que por siglos ha sido la principal representante de muchas contradicciones entre lo que hace, con lo que predica o está escrito en la Biblia, o incluso se apegan a su literatura de forma fanática, cuando es a su conveniencia; con el solo interés de afectar la vida de otros, creyentes o no creyentes.

Cito a mi amigo e intelectual León Sierra, quien hace poco más de 10 años planteó la necesidad de que los activistas LGBT presentáramos un pedido de apostasía, porque el discurso e influencia social de la Iglesia afecta la vida de personas no heterosexuales. La idea fue un fracaso, ya que la gran mayoría de homosexuales son creyentes; y a veces muy creyentes. Su fe les ha permitido sentirse amados y aceptados por su familia, para no terminar rematando el hecho de que su sexualidad sea vista como un pecado o un acto demoníaco. Además de que sí creen en un dios.

El grupo apóstata no es un grupo LGBT y algunos no van a dejar de creer en un dios; pero tienen la convicción de salir de una institución que con sus prédicas fomenta el odio entre humanos, cuando no viven bajo sus cánones; por las denuncias de violencia sexual y pedofilia de parte de sus miembros; por el silencio e impunidad ante esos casos; por su complicidad con dictaduras genocidas; por su machismo; por lucrar con la fe, mientras millones de creyentes viven en la extrema pobreza. Ojalá haya más actos de apostasía en el mundo. (O)

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