Llegó el día de ubicar en el debate el rol de los funcionarios públicos. Sin ellos el sistema no funcionaría y pese a ello, denigramos su labor, ignorando sus victorias y magnificando sus derrotas. Ninguno se salva de la ingratitud de sus verdugos y se los voy a demostrar.
A. Cuando la Policía Nacional publica que desmanteló una banda de peligrosos narcotraficantes, ustedes lo ignoran. No hacen eco de la noticia y la pasan como quien pasa la página del obituario de un periódico gratuito; pero cuando una persona es asaltada y la Policía no llega a tiempo, basta con un solo comentario que diga: “la policía ecuatoriana es una banda de inútiles” para que todo el país despotrique e insulte a la institución. ¿Por qué reproducen lo malo, pero jamás aplauden lo bueno?
B. Cuando un ministro, digamos el de salud, importa mil equipos médicos para diálisis, nadie se entera, a nadie le importa; pero cuando una sola persona muere porque no pudo acceder al sistema de salud, todos se escandalizan, todos quieren incendiar la patria altiva y soberana. Ese ministro se convierte en un vil asesino y jamás será nada más que ello.
C. Cuando un juez condena a un violador, no es noticia, ese juez es invisible. Seguramente la sección de deportes es más relevante para usted; pero cuando un juez absuelve a quien según la sociedad punitiva es un violador, ese juez se convierte en el juez más corrupto y repugnante del universo. Publican sus fotos, la vida privada de su familia, etc.
Y no me digan que no aplauden el buen trabajo del funcionario público porque por algo reciben un sueldo. Esta columna no se trata de eso. Este es un tributo para quienes jamás recibirán agradecimiento por sus méritos y que están condenados a ser los apestados de la historia, para quienes si lo hacen todo bien, nunca serán recordados.
¿Se han puesto a pensar que el país se mantiene en pie, con son sus altos y bajos, porque existen más funcionarios públicos cumpliendo con su trabajo que funcionarios públicos incumpliéndolo?
Usted dirá: “es que las noticias felices no se publican porque no venden. Es culpa de la prensa que sólo publica noticias amarillistas”. Permítame responderle: no, diligente odiador, no es culpa de la prensa. Es culpa suya porque la prensa publica lo que usted consume con gula, lo que usted implora leer. La oferta-demanda funciona así: a más demanda de hostilidad, más oferta de odio. (O)
