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El Telégrafo
Juan Montaño Escobar

A desencumbrar

29 de abril de 2015 - 00:00

De existir el libro mayor de la diplomacia, en alguna de sus páginas está escrito al detalle el decir y el hacer de las cumbres de los gobernantes. El melao de los discursos está listo para esas alturas, dicho en el exacto lenguaje para ocultar la vida espesa, cotidiana y barrial de la gente. Es surrealismo, automatismo político puro. Simulación en palabras y lenguaje corporal que el mundo de allá afuera, el verdadero, no cabe en sus palabras por barroco, marimbero, demandante. Se anhela la cortesía elemental de las buenas gentes o un poco de estridente sinceridad en los salones del fingimiento. Las cumbres son exactamente eso y el fondo popular no alcanzará la cúspide. Por ahora.

Cumbres hay todos los meses, para todos los temas, para triturar a unos países o para freírlos en sus jugos esenciales; para discutir sobre el clima cambiante que ya está matando gente o crear enemigos favoritos (Corea del Norte o Irán, por ejemplo), cumbres para que las deudas inmorales e ilegales fondeen naciones y el castigo sea lección universal. Barrio adentro, ¿a quién interesan las cumbres de los encumbrados? A muy pocos, porque se cree que no afecta al pegao de la olla; casi nadie escucha los discursos y están quienes se atienen a la buena fe de las redacciones periodísticas.

La VII Cumbre de las Américas, en Panamá, fue diferente. A este jazzman que viene de y va allá abajo se le aplican las líneas anteriores, por eso está habilitado para utilizar el calificativo ‘diferente’. Gracias, Telesur y miradas a CNN, en español. Aquello que comenzó como una molestosa curiosidad para confirmar sospechas, terminó en horas sentado. ¿Cambio de época o un episodio cimarrón (o mambí, si quieren)? El intercambio entre los presidentes Barack Obama y Rafael Correa. Y luego las participaciones de la presidenta Cristina Fernández y la jefa de Gobierno de Trinidad y Tobago, Kamla Persad-Bissessar. El debate fue alrededor de la ‘buena’ o ‘mala’ prensa, “la historia, sus bajezas y eminencias” y “ceguera y sordera a las propias responsabilidades imperiales”. Alguien debía tumbar la monotonía de la complicidad: “el desbloqueo a Cuba no es un favor, es reconocer la historia criminal de un error”. Las comillas son arpegios de esta jam-session a las expresiones cumbreras.

Está bien la foto de familia y la pesadez insufrible de los discursos, pero alguien debe mandarse su descarga para la galería barrial, fue el mérito del presidente Rafael Correa. Algunos hasta dormidos somos cimarrones y hacemos nuestros esos dichos y hechos de comunes seres humanos. Nikita Jruschov golpeando con el zapato en la Asamblea General de la ONU, el 12 de octubre de 1960; Fidel Castro (presidente del Movimiento de Países No Alineados) aplaudido hasta recalentar las manos, en octubre de 1979; Yasser Arafat cantando las cuarenta a una diplomacia inútil con su pueblo; Hugo Chávez denunciando el simbolismo sulfuroso de las agresiones del Gobierno estadounidense de George W. Bush. (O)

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