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El Telégrafo
Aníbal Fernando Bonilla

30S: Memoria y dignidad

30 de septiembre de 2014 - 00:00

El 30 de septiembre de 2010. Día de agitación social. Sublevación de tropas. Cierre de la Asamblea Nacional. Suspensión de clases. Interrupción de vuelos aéreos. Bloqueo parcial de carreteras. Saqueos. Inseguridad poblacional. Marchas y protestas. Pronunciamientos en la esfera mediática. Operativos armados y conciencia ciudadana. Reacción internacional. Solidaridad latinoamericana. Desde la metáfora: fecha de conmoción en el corazón de nuestra patria.

El descontento policial por la nueva Ley de Servicio Público fue un elemento que se suma a un contexto de mayor profusión en el análisis político nacional e incluso externo. Es así que la revuelta provocada por mandos medios y de jerarquía menor pudo ser una respuesta acumulada a serias reformas gubernamentales implementadas para el mejoramiento institucional. Esto, como era de suponer, encontraba cierta resistencia puertas adentro, por cuestiones de idiosincrasia cultural e intereses grupales.

Además, la revuelta de los uniformados no fue una iniciativa exclusiva de ellos, sino que tuvo la mirada conspirativa de sectores políticos, empresariales y gremiales de oposición, como se reveló posteriormente, a través de reuniones reservadas provocadas con antelación, pasquines, correos electrónicos y declaraciones para instigar el caos en el ordenamiento público.  

El Ecuador transitó por momentos aciagos en su apuesta por el robustecimiento democrático. En tal dimensión sobresale la muestra de respaldo de la gente por la institucionalidad, al igual, que, por los resultados visibles y favorables del proyecto de la Revolución Ciudadana. Lo lamentable fue la falta de sensibilidad de los sublevados, quienes atacaron y reprimieron a civiles indefensos y a militares y grupos policiales de élite que se supone forman parte de un mismo cuerpo estamental, en una jornada de tensión y desconsuelo nacional.

Los hechos acaecidos en el Regimiento Quito han quedado grabados en la retina colectiva. Así también, el rescate del presidente Rafael Correa desde el Hospital de la Policía -con la consecuente pérdida de vidas humanas-, permanecerá escrito en las páginas de la historia inmediata, como un suceso de serias implicaciones, en donde la conflagración adquirió la tentativa de magnicidio.

¿Quedan lecciones del 30S? Desde luego que sí. A cuatro años de este acontecimiento, la ciudadanía valora la democracia como el sistema más óptimo en la relación entre gobernantes y gobernados, reivindica la paz social como mecanismo de convivencia armónica, anhela mejores días en una nación en donde le brinde óptimas oportunidades de desarrollo con entera dignidad y espera que la justicia no sea solo una quimera.

En la coyuntura política, es evidente que las fuerzas antagónicas al actual régimen, expresadas esencialmente en la derecha, intentan recomponer sus estrategias con el afán de alcanzar el poder. Aquí cabe puntualizar otro aprendizaje: para tal pretensión se debe alcanzar el sustento popular en las urnas y no invocar a los cuarteles desde un equívoco procedimiento de facto.

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