Ecuador no nació el 13 de mayo de 1830, sino antes. La Presidencia de Quito, en medio de dos poderosos virreinatos (Bogotá y Lima), tuvo su primer intento de liberación el 10 de agosto de 1809. Ese primer grito de la independencia, que solo seguía los levantamientos contra Napoleón en la España invadida, fue aplastado a sangre y fuego el 2 de agosto de 1810. Las posteriores sublevaciones hasta 1812, tampoco tuvieron éxito.
Cuando Venezuela y Nueva Granada se unen en 1819, Bolívar sabe que su posición no es segura. La Presidencia de Quito está en manos de los españoles. Pero el bastión inexpugnable de los realistas es Pasto, desde el valle del Chota hasta la capital Pasto. Por eso Bolívar envía en secreto tres oficiales venezolanos a Guayaquil (Febres, Letamendi y Urdaneta). Ellos junto a los patriotas guayaquileños se sublevan el 9 de octubre de 1820.
La situación exige pedir ayuda a la Gran Colombia. Llega Sucre y empieza una campaña larga y sangrienta contra las tropas monárquicas. La batalla de Pichincha, 24 de mayo de 1822, reúne soldados de muchas partes: venezolanos, colombianos, peruanos, argentinos, ingleses, irlandeses y ecuatorianos de todas partes, hasta la ambateña Gertrudis Esparza, disfrazada de hombre. Luego del triunfo de esta coalición liderada por Sucre, Bolívar aplasta literalmente a Pasto.
Al llegar a Quito, obtiene su rápida anexión. Pero Bolívar intuye que en Quito hay la rivalidad de los pueblos pequeños, como entre Atenas y Esparta, entre Quito y Guayaquil. Y por eso sus asesores sugieren un nombre que ya se usaba en Europa para hablar de Quito: Ecuador. Este nombre facilita la anexión de Guayaquil. Y ocho años después, en 1830, ese mismo nombre designa a una nueva República.
Nuestro bicentenario nacional, que una a todas las regiones de la Patria, debe ser 2022. Y para conmemorar este bicentenario, considero que sería apropiado construir una torre en la provincia de Pichincha, en el punto más elevado de la Tierra sobre la línea equinoccial. (O)
