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El Telégrafo

1 de Mayo

25 de abril de 2012 - 00:00

Muchas y muchos trabajadores no dejamos de celebrar el 1 de Mayo porque nos sentimos identificados con la dignidad, las dificultades y las luchas de las 120 mujeres quemadas en su fábrica norteamericana.

Nos sentimos también solidarios de todas las y los que se sienten orgullosos de ser trabajadoras y trabajadores y que no aceptan la explotación, luchando por empleos suficientes para todos y condiciones dignas de trabajo.

Así que el próximo 1 de Mayo saldremos a tomarnos las calles de nuestras ciudades para sentirnos ciudadanos de este, nuestro Ecuador que amasamos, dolorosamente muchas veces, para que fermente y crezca un mejor mañana para todas y todos. ¿Por qué la gran mayoría de trabajadoras y trabajadores no estamos organizados y no salimos a la calle el 1 de Mayo?

Personalmente, siempre me ha llamado atención la experiencia del pueblo de Jesús en el Antiguo Testamento. Había leyes sociales muy avanzadas, especialmente las de los años sabáticos, cada 7 años, y jubilares, cada 50 años.

Permitían, cada 7 años, dejar descansar la tierra todo un año, liberar a los esclavos y perdonar las deudas y, cada 50 años, devolver la tierra a las familias que la habían perdido. Estas leyes buscaban evitar la dominación y la acumulación y permitían construir o regresar a la utopía de la igualdad y equidad.

A veces no sabemos que, al llegar a la Tierra Prometida después de la salida de la esclavitud de Egipto, el pueblo de Moisés se repartió la tierra por tribus, clanes y familias.

Era una manera muy sencilla y valiosa de eliminar la esclavitud que habían sufrido durante más de 2 siglos: cada familia tenía su parcela de tierra para vivir o sobrevivir y si la perdía, a los 50 años, volvía a recuperarla. Eso fue un proyecto que se puso en marcha hace ¡2.200 años!

¿Cuánto habría que hacer entre nosotros para que la tierra sea de quien la trabaja para erradicar la esclavitud?
Eso era para un pueblo de campesinos… ¿Cómo actualizar este derecho para los habitantes de la ciudad que hoy somos la gran mayoría? La meta de esta repartición de la tierra a cada familia era la vivencia o sobrevivencia digna y libre.

¿No exige esta práctica bíblica un derecho para los urbanos a tener cada una y cada uno un empleo y un empleo digno y libre? Derecho a conquistar y defender, porque no hay derecho que no se conquiste y, una vez conquistado, si no se defiende, se pierde.

Esto bien puede ser un punto a asumir y reclamar en el próximo 1 de Mayo, dándonos la mano y levantando los puños bien en alto…

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