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El Telégrafo

Nunca olvidaré el abrazo de “Feña”

03 de marzo de 2012 - 00:00

El jueves 9  de febrero, el tenista chileno, Fernando González, anunció su retiro del tenis profesional, después de casi 13 años de exitosa carrera. Su torneo de despedida será el Sony Ericsson en Key Biscayne Florida, programado para  el 21 de marzo.

Esta noticia me trajo a la mente muchos recuerdos, pues tuve la oportunidad de ser el entrenador de Fernando durante aproximadamente un año y medio, desde octubre de 1999  hasta abril del 2000.

No puedo creer que haya pasado tanto tiempo desde que sorpresivamente recibí en mi casa una llamada telefónica de su padre, Fernando González, a quien yo no conocía personalmente, sin embargo  me propuso que entrenara a su hijo Fernando.

Yo había escuchado hablar sobre este joven, ya se comentaba en el mundo del tenis de lo fuerte que le pegaba a la pelota con su golpe de forehand  y de su inmenso potencial, además, había sido campeón de Roland Garros 1998 en la categoría juvenil en individuales y dobles, pero como profesional todavía no estaba consiguiendo los resultados que se esperaban de él.  

Concretamos una reunión en Santiago para conversar y poder entrenar con él y ver si llegábamos a un acuerdo; me recibió su padre en el aeropuerto  y fuimos directamente a las canchas de tenis a entrenar con “Feña” -como lo llaman sus familiares y amigos-.

La verdad que me impresionó.  La potencia y aceleración de su derecha eran habilidades que pocas veces he visto, entrenamos un poco más de una hora, después me reuní con su padre en un restaurante  y llegamos a un acuerdo para hacerme cargo de la parte técnica y acompañarlo en los viajes a todos sus torneos internacionales. En ese momento entrenaba también al paraguayo Ramón Delgado (desde marzo de 1997)  y pasé a ser el “coach” de ambos.

Los comienzos fueron difíciles, los primeros torneos de la temporada del 2000 fueron unos futures en Chile; el primero en Osorno, donde Fernando perdió en la segunda ronda y el otro en Santiago, en el que   cayó en el primer partido.

Después viajamos en su carro a Argentina, donde no pasó la primera vuelta ni en Mendoza ni en Córdoba, regresamos a Santiago para entrenar dos semanas antes del torneo ATP de esa ciudad, y en el que había recibido una invitación (wild card) de los organizadores al cuadro principal.         

Tras esa gira  estaba muy claro para mí que el principal problema de “Feña” era su servicio,  el primer saque tenía mucha potencia, pero dejaba su codo muy abajo y su porcentaje de efectividad no era bueno, sin embargo, el problema en su segundo servicio era aún más grave, prácticamente no sabía lo que era un saque liftado  o con kick, en el cual la carga de efecto te proporciona la consistencia y seguridad, especialmente en los momentos de más tensión de un partido.

En una charla con su padre, le expliqué la situación y le hice saber que cuando terminara su participación en el ATP le iba a hacer un cambio drástico en su movimiento de servicio; el partido que perdió en la primera rueda del certamen, contra el veterano haitiano Ronald Agenor, me dio la razón, pues a pesar de jugar un buen “match”, cometió un total de 16 doble faltas, incluyendo 3 en el decisivo tie-break del tercer set.

El cambio que hicimos  fue acortar el movimiento, comenzando con el brazo y la raqueta arriba; una preparación muy simple, con poco recorrido previo al impacto  y trabajamos en darle mucha rotación a la pelota en el segundo saque.

A los pocos días de eso, viajamos a un Challenger en San Luis Potosí, México,  donde ganó tres partidos y clasificó al cuadro principal,  en el que se impuso en  su primer partido y perdió en segunda vuelta contra su amigo y compatriota Nicolás Massú, pero el saque  comenzaba a mejorar. 

La semana siguiente, en el Challenger de Bermuda, Fernando perdió contra un sueco en el primer partido de clasificación y regresamos a entrenar en Miami, a prepararnos para el torneo ATP de Orlando. Tras dos semanas de entrenamiento, viajamos a Orlando, al llegar nos dimos cuenta de que con su ranking (352) era muy probable que ni siquiera pudiera jugar la fase clasificatoria; todo dependía de cuántos jugadores mejor ranqueados se presentaran a la firma oficial de 7 pm a 9 pm , Fernando estampó su rúbrica y  todavía faltaban 45 minutos para la hora del cierre.

Él ya era el último jugador dentro de la qualy, traté de conseguirle un wild card, pero el representante de ATP, Paul Settles, me dijo que las invitaciones eran para los jugadores americanos, yo le dije que este chico chileno era tan bueno que podía ganar el torneo, él debió haber pensado que yo estaba loco porque cómo un jugador de 19 años y con un ranking tan bajo se iba a adjudicar un certamen ATP de ese nivel.

Fernando me dijo: “vamos a comer”, estoy muy nervioso, no voy a entrar, si firma un jugador más con mejor ranking estoy fuera. Al terminar la cena, llamé a la oficina del torneo desde el restaurante  y me dijeron que era el último jugador que había entrado por su ranking.

Tras ganar su primer partido, estuvo a punto de perder en la segunda ronda frente al italiano Giorgio Galimberti, llegando a estar abajo 6-2 en el tie-break del tercer set  y con problemas estomacales, pero con gran espíritu de lucha salvó los 4 match points y se metió a la ronda final, a un partido de lograr la clasificación.

En la última vuelta venció en dos sets al argentino Sebastián Prieto y se coló al cuadro principal.
La confianza de Fernando crecía con cada partido,  y sumada a la potencia de su derecha y con su servicio como nueva arma, empezó ganando el primer partido, a un complicado jugador francés. En segunda vuelta venció en dos sets al estadounidense Cecil Mamiit, en cuartos de final eliminó a uno de los grandes favoritos: el tailandés Paradorn Srichaphan en dos sets; en semifinales contra el argentino Martín Rodríguez, ganó el primer set por 6-0, pero la ansiedad de estar tan cerca de su primera final profesional lo llevó a cometer errores, cayó en  el segundo set, pero logró recuperarse y ganar el tercero 7-5. A esas alturas ya se había convertido en el favorito del público y en la sensación del torneo.

La final fue contra Nicolás Massú -que le había ganado en semifinales a mi otro pupilo, Ramón Delgado-, un año mayor, ya ranqueado dentro de los 50 mejores del mundo,  su rival en torneos juveniles  y compañero de dobles. Ambos se conocían mucho, pero por todo lo antes mencionado, sin duda la presión era mayor para Massú, eso fue palpable durante todo el partido, con Fernando muy suelto, sacando muy bien y atacando con su derecha el revés de “Nico”.

El resultado 6-2, 6-3  para “Feña” fue un fiel reflejo de lo sucedido en la cancha. Fernando trepó la pared de la tribuna,  me dio un fuerte abrazo  y nunca me voy a olvidar que sin soltarme me dijo casi llorando: “¡flaco, no puede ser, no puede ser! Era su primer título, ¡con apenas 19 años! Van a ser 12 años  de eso y parece que fue ayer.

Ese sería el comienzo de una brillante carrera, llegaría a ser el # 5 del mundo, ganó medalla de oro olímpica en dobles (con Massú)  y bronce en singles en Atenas 2004, plata en individuales en los JJ.OO. de Beijing 2008, 11 títulos ATP en singles,  final del abierto de Australia 2004, dos veces campeón con Chile en la Copa Mundial por Equipos (World Team Cup), inolvidables triunfos en Copa Davis, por nombrar algunos de sus mayores éxitos, pues la lista es muy larga.

Le deseo lo mejor a Fernando en la etapa de su vida que está por comenzar. Además de haber sido un gran deportista, es una mejor persona  y eso lo va a ayudar a triunfar en cualquier cosa a la que se dedique. Estoy seguro que de una u otra forma seguirá involucrado en el tenis, que es su pasión. Espero que así sea.
¡Suerte, Fernando!

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