Ecuador, 19 de Mayo de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo
Comparte

De las palabras a los hechos

La maternidad de las lenguas

La maternidad de las lenguas
22 de febrero de 2016 - 00:00 - María del Pilar Cobo, Correctora de textos y lexicógrafa

En el año 2000, la ONU declaró al 21 de febrero como el Día Internacional de la Lengua Materna. Este se celebra en los Estados miembros de la organización para tomar conciencia sobre la diversidad lingüística en el mundo y la importancia de las lenguas maternas. Una lengua materna es aquella que se habla en el entorno cercano del individuo; la lengua que hablan los padres, y en la que aprendemos a pensar y a nombrar el mundo. La lengua materna es aquella con la que hablamos con mayor fluidez, pues, debido a que la conocemos bien, somos capaces de expresar situaciones complejas, e incluso ‘jugar’ y crear con ella.

Según la ONU, el Día de la Lengua Materna responde no solo al rescate de las lenguas en sí, sino al rescate y a la conservación de identidades, tradiciones, saberes ancestrales y mucho más. Además, se busca promover el diálogo intercultural mediante el plurilingüismo. No obstante, esta intención puede ser bastante tibia y ocultar, con una celebración, el verdadero problema, del que en muchas ocasiones la ONU también ha sido cómplice, que es la aniquilación sistemática e impune de las culturas y, por ende, de las lenguas.

En realidad la ‘maternidad’ implica muchas cuestiones más que un simple sistema de letras y palabras; la ‘maternidad’ implica todo aquello que el hablante ha fundado como parte de su cultura. Implica sus maneras de hacer mundo, de relacionarse con él. Aprendemos a nombrar lo que conocemos, pero cuando lo que conocemos se esfuma nos quedamos huérfanos, la madre desaparece, y nos toca aprender sobre un mundo que no es nuestro, que no nos pertenece. Eso ha venido sucediendo a lo largo de la historia, con guerras que, con tibieza, han avalado las organizaciones mundiales, y con destrucciones feroces del entorno de los habitantes del planeta.

Pensemos, por ejemplo, en los habitantes de la Amazonía, cuya cultura gira alrededor de la selva, que son capaces de dar un nombre a cada movimiento del viento, a cada trino de los pájaros, a cada tonalidad de verde de las plantas. Cuando su entorno es aniquilado por la deforestación o la minería a gran escala, todo lo que implica su cultura desaparece. Se quedan huérfanos. La madre, la naturaleza, a partir de la cual han construido el mundo en el que habitan y la lengua que lo nombra, ha sido destruida. Entonces, si la cultura muere, obviamente lo hará la lengua.

Las lenguas maternas, al igual que las culturas propias, las ancestrales, no deberían tener un día cada año, sino ser cuidadas todo el tiempo, pues es ahí donde se guardan los saberes, las identidades, la variedad con que se mira el mundo. No se debe rescatar el plurilingüismo únicamente por rescatar la lengua, se lo debe rescatar porque implica la lucha de la naturaleza, de la ancestralidad, de la humanidad por mantenerse en pie, por no dejarse destruir ni aniquilar. Esto, obviamente, solo se logrará si se toma conciencia de que no es la lengua la que muere sino la cultura, y, por ende, la humanidad es la que va perdiendo la riqueza de su diversidad, y con ella su propia humanidad.

Contenido externo patrocinado

Ecuador TV

En vivo

Pública FM

Noticias relacionadas

Social media