Muchas veces, dentro de varios ámbitos artísticos, escuchamos hablar sobre el estilo. El estilo de Cervantes o el de García Márquez son inconfundibles: cada escritor tiene su propia forma de escribir, de estructurar sus textos, de dar ‘color’ a su obra. Lo mismo sucede en la música, en la danza o en las artes plásticas. El estilo es ese ‘algo’ singular que hace único a un artista entre tantos otros. También en cualquier otro contexto hablamos del estilo peculiar que tienen las personas, ya sea al hablar, al caminar, al reírse, etc.

En el ámbito periodístico (y editorial, en general), se habla mucho de los libros de estilo, y se contrata correctores de estilo. Entonces, ¿a qué se refiere el estilo? En el caso de los libros o manuales de estilo, lo que se pretende es establecer los lineamientos que regirán el oficio periodístico o editorial, según sea el caso, de quienes trabajan en el medio o en la empresa. Los libros de estilo perfilan las características del medio, explican a todos quienes están implicados en la tarea de producción (periodistas, escritores, editores, correctores, etc.) cómo se debe escribir o cuáles son los criterios que se deben seguir. Más que un compendio de gramática, ortografía y géneros periodísticos, son una guía que ayuda a cumplir adecuadamente con el trabajo periodístico o editorial. Y este trabajo siempre deberá regirse a las normas establecidas en el libro de estilo.

El hecho de que un medio cuente con un libro de estilo es también una práctica de responsabilidad social con el lector. En general los libros de estilo no son ‘biblias’ de comunidades secretas, sino que se publican para que los lectores conozcan cómo se escribe en el medio. Así, al conocer los lineamientos que se siguen, el lector puede saber qué tipo de medio lee y qué puede esperar de él.

Por otro lado, tenemos a los correctores de estilo, quienes son los mayores guardianes de los libros de estilo, pues son ellos quienes cuidan que el texto que se ofrece al lector sea coherente con las normas que rigen al medio. El corrector cuida que los textos sean legibles, que se usen palabras adecuadas, que las oraciones tengan una extensión correcta, y que el texto sea claro y natural. Obviamente, antes que la labor del corrector, la del editor es fundamental (pues tampoco debe delegar sus funciones al corrector), pero es el intermediario entre el periodista y el lector. Un buen corrector no solo se fija en la ortografía y la gramática de un texto, sino que lo pule como un artista, cuidando siempre que el estilo sea claro.

Por supuesto que el estilo no pretende uniformar a los medios de tal manera que los periodistas o los escritores pierdan sus particularidades (sería muy aburrido un diario monótono, sin matices), pero sí pretende encauzar todas las voces hacia un mismo objetivo: que el lector identifique al medio claramente y entienda (y le guste) lo que lee.

*Preguntas y sugerencias: pilicobo@gmail o a su cuenta de twitter @palabrasyhechos