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El Telégrafo
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Remembranza

Mi hermano Rodolfo

Un joven Rodolfo Hinostroza, apasionado de la gastronomía, cocina junto al escritor peruano Juan Ramón Ribeyro.
Un joven Rodolfo Hinostroza, apasionado de la gastronomía, cocina junto al escritor peruano Juan Ramón Ribeyro.
Foto: Archivo
28 de noviembre de 2016 - 00:00 - Gloria Hinostroza, Hermana del poeta peruano

Escritor, poeta, gastrónomo y astrólogo, una extraordinaria personalidad en todas las facetas de su vida.

Llevaba el arte literario en la sangre: nuestro padre, Octavio, era escritor y cineasta de los años treinta, y nuestra madre, Gloria, también fina escritora que admiró la obra de su hijo Rodolfo.

La gastronomía nos viene también de familia. Nos criamos en Huaraz, en un ambiente refinado de la hermosa hacienda Marcac, de la familia Hinostroza. Allí se comían extraordinarios potajes que marcaron el paladar de Rodolfo.

Nuestra tía monja, Lucía Ruiz Huidobro, fue una increíble cocinera que hacía los más refinados panes y postres que ya no se conocen: el mishti, el thithi, el pan de hojas, molletes, bizcochuelos de chuño, manjar blanco de yemas, maicillos, huevo chimbo, huevos a la nieve, bienmesabe, relámpagos y mazapanes.

Además preparaba platos memorables como los chicharrones hechos en una enorme paila de cobre; la sopa seca verdadera, realizada con gallina entomatada, hongos italianos y fideítos de huevo “fini”; las galantinas de cerdo o de gallina “enrollados”; el papa cashqui de hierbas serranas y queso mantecoso; la sopa yunca de gallina, los shacues con pathou y queso; y la morcilla negra, roja y blanca.

Rodolfo terminó siendo un “gastrólogo”, como él mismo se decía, cocinando muchos platos creativos, que llevaban un poco de la gastronomía aprendida en Francia, durante los veinte años que vivió allí, más lo que llevaba como herencia cultural peruana.

Fue el primer difusor de la gastronomía peruana mediante la revista Pachamanca, suplemento de Caretas, aunque ya antes había estado calificando la calidad de algunos restaurantes con Raúl Vargas. En ella se hacían comentarios de los platos de los mejores sitios de Lima y de las provincias, esto fue al final de 1980. Luego aparecieron Anfitrión y otras revistas que comentaban la calidad que se ofrecía.

Con él hicimos el primer restaurante El Mono Verde de alta cocina peruana. Luego se fue con su familia a México, por razones de trabajo. Más tarde regresó e inauguró el mismo restaurante que yo continué.

Le gustaba cocinar para sus amigos y disfrutaba haciendo sus propias recetas, siempre deliciosas. Escribió el libro Primicias de cocina peruana, con una excelente introducción histórica, que nos enseña cómo se mestizó nuestro pueblo, en todos los campos culturales: literatura, música, pintura y gastronomía. Sus recetas refinadas con buenas fotografías y la excelente edición hacen de este un libro memorable.

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