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Opinión

Emma Watson: otra carne de cañón

Emma Watson, durante su discurso. Foto: Mark Garten/ UN Photo
Emma Watson, durante su discurso. Foto: Mark Garten/ UN Photo
20 de octubre de 2014 - 00:00 - Fausto Rivera Yánez, Crítico cultural

Hermione Granger dejó de existir y Emma Watson, a sus 24 años, hablaba por sí misma sobre un tema aún incómodo y mal entendido por la sociedad: el feminismo. Pero así como sus declaraciones fueron contundentes, también lo fueron las reacciones que recibió —de todos los sectores— por su discurso feminista ante la ONU(1). Grupos conservadores y católicos le dijeron en un tono paternalista: “Querida Emma (…), el feminismo no es sino otro sendero que nos obliga a someternos a otras tiranías, más profundas y esclavistas, como las que tanto combates y temes, y que no tienes idea de las nefastas consecuencias que traerían para nuestras familias y nuestro destino como seres humanos”(2).

Personas autodenominadas ‘feministas’ la cuestionaron con severidad porque no mencionó ni una sola vez la palabra ‘patriarcado’, tampoco criticó el binarismo sexual ni el capitalismo. “A lo largo del discurso, en ningún momento cuestiona la heteronorma propia de las sociedades patriarcales. Tampoco menciona la igualdad para gais y lesbianas ni para lo considerado trans. Emma Watson se mantuvo siempre acorde con las posturas tradicionales de la familia patriarcal, defendiendo el rol del padre y la madre dentro de una relación heterosexual”(3).

Por su parte, hubo la ya clásica vejación en las redes sociales por la condición ‘privilegiada’ de Emma para hablar, como si el feminismo fuera patrimonio exclusivo de un grupo. Incluso, llegaron a amenazarla con publicar unas fotos en las que aparecía desnuda por haberse declarado feminista. “She makes stupid feminist speeches at UN, and now her nudes will be online, HAHAHAHAHAHAHAH (Ella hace un discurso feminista estúpido ante la ONU y ahora sus desnudos van a estar en la red, HAHAHAHAHAHAHAH)”, rezaba un tuit que apoyaba esa intimidación.

En este punto, vale citar la comparación que hizo la periodista Jill Filipovic entre el discurso político de Emma y uno pronunciado por un hombre: “Esta no es una reacción que se ve cuando los hombres hablan. Ben Affleck testificó ante el Congreso acerca de los conflictos en el este del Congo, que han dejado millones de muertos, desplazados y víctimas por violencia sexual; ahí no hubo humillación sexual hacia él por lo que dijo.

¿Cuál es la diferencia? Watson es mujer y habla sobre feminismo”.

Por donde se mire, Emma Watson se convirtió en carne de cañón para todos. Desde quienes ven al feminismo como una ideología perversa que va a destruir la esencia natural de los hombres y las mujeres, hasta quienes la acusan de haberse convertido en un instrumento de los organismos internacionales ‘corruptos’ que se legitiman a través de las palabras de una ‘actriz famosa’. Sí, una ‘actriz famosa’. Poco les importó que Emma sea, primero, una mujer con voz propia, luego, por citar breves rasgos de su vida, que tenga una formación académica en Literatura inglesa y —claro— lo que todos sabemos: una sostenida y destacada carrera en la industria cinematográfica.

Al parecer, las luchas de los opuestos a veces están más articuladas que las que se gestan en sus propios movimientos. Y el apoyo o crítica ya no radica en el mensaje que Emma pretendía trasmitir, sino en la propia inconformidad y capricho de la gente, sin tomar en cuenta el contexto de enunciación de su discurso.

Emma Watson y Ban Ki-moon, secretario general de las Naciones Unidas. Foto: Eduardo Muñoz Álvarez (Getty Images).

Lo que ella hizo fue presentar una posición personal valiéndose de una plataforma política, como lo hacen a diario el Estado, las grandes corporaciones financieras, los colectivos sociales, los organismos no gubernamentales y hasta la gente que opina en redes virtuales como Facebook, propiedad del multimillonario Mark Zuckerberg. En el caso de Emma, sin embargo, no es tan fácil manifestarse por varias razones que superan su tan reprochada condición de ‘actriz famosa’: ella es mujer, joven y feminista, tres características de su vida que históricamente han sido subvaloradas, violentadas y malinterpretadas.

Muchos hablan de feminismo sin conocer sus orígenes, evolución, principios y reivindicaciones. Algunos jamás habrán oído hablar de Christine de Pisan, Marie de Goournay, Olimpia de Gouges, Mary Wolstonecraf, Melanie Klein, Hanna Arendt, Simone Weil, Teresa de Lauretis, Julia Kristeva, Monique Wittig, Judith Butler, Luce Irigaray, Donna Haraway o Beatriz Preciado, por citar arbitrariamente algunos nombres de pensadoras del feminismo y del protofeminismo. Y con esto no quiero decir que solo desde la academia o la filosofía uno pueda aproximarse a este universo. También está la militancia y el activismo feminista que se gesta en todos los espacios de la vida pública, y que convoca a mujeres y hombres de diferentes condiciones económicas, raciales, sexuales, genéricas, culturales, etc.

Es cierto que al discurso de Emma Watson, visto desde un feminismo serio, se le pueden objetar varias cosas, como en su momento se lo hizo al feminismo de la igualdad, de la diferencia, al liberal, al protestante, o como ahora sucede con el transfeminismo, el feminismo comunitario o el autodenominado ‘pachamamista’.

Sin embargo, ¿cómo procesar esa crítica cuando desde las posturas más conservadoras y liberales se anula —y amenaza— a la voz de Emma? Se le exige un determinado ‘deber ser feminista y se la acusa de impulsar una nueva ‘tiranía’ que va a acabar con el modelo de la familia tradicional (tiranía, por cierto, que aboga por más derechos y libertades hacia las mujeres).

¿Cuánto ha costado poner en el debate público la palabra feminismo, para que ahora se la bombardee y mal utilice? Parece que algunos prefieren obviar, por ingenuidad o ignorancia, que esa palabra traducida en términos de política pública ha garantizado a las mujeres derechos elementales de la vida diaria, como votar, o a decidir sin tutelas lo que va a hacer con su cuerpo. Hay que recordar que a Emma le dijeron en las redes sociales “puta”, como sinónimo de feminista. Esa era su sentencia.

El feminismo, en palabras de la pensadora ecuatoriana Raquel Rodas, “constituye una búsqueda de autoridad para la experiencia y la palabra femeninas. Fue y sigue siendo para las mujeres una tribuna emancipatoria en procura de la libertad de decidir sobre su cuerpo, de la libertad de pensar, de crear, de comunicarse con los demás, de escribir con voz propia, de discrepar, de desplazarse en el mundo sin necesidad de protección ni miedo. Solo muy tarde y solo una parte del feminismo ha aspirado al poder (…) Cuando centra su interés en un aspecto en particular, el feminismo toma enfoques diversos lo que da lugar a una variedad de feminismos”. Y en ese entramado de vertientes del feminismo hay que leer el que plantea Emma Watson.

Pero además, y citando a la filósofa Beatriz Preciado: “Como es el caso en casi todas las prácticas de oposición política y de resistencia minoritaria, el feminismo sufre de un desconocimiento crónico de su propia genealogía. Ignora sus lenguajes, olvida sus fuentes, borra sus voces, pierde sus textos y no cuenta con la llave de sus propios archivos”. Y esta situación se complejiza cuando no hay un adecuado debate crítico en la sociedad, lo que conlleva, por ejemplo, a que aparezcan ‘categorías’ absurdas, que ya no rayan en lo gracioso, como la del ‘feminazismo’. Por ello, y extrapolando la reflexión de Preciado hacia el discurso de Emma, vale recordar lo que ella dijo ante la ONU: “Cuanto más hablaba de feminismo, más me daba cuenta de que luchar por los derechos de las mujeres se ha convertido demasiado a menudo en un sinónimo de odio contra los hombres. Si hay algo que sé con certeza es que esto tiene que parar”. Así es, Emma, tiene que parar.

Notas:

1.- En el siguiente link está el discurso de Emma Watson ante la ONU y la explicación de la campaña #Heforshe: http://www.youtube.com/watch?v=SAgUHOvx-co.

2.- Cita tomada de la siguiente dirección web: http://catholic-link.com/2014/09/23/querida-emma-watson-el-feminismo-tambien-puede-convertirse-en-violencia/

3.- Cita tomada de la siguiente dirección web: http://www.portaloaca.com/articulos/antipatriarcado/9437-emma-watson-el-angelical-rostro-del-patriarcado-internacional-al-servicio-del-capitalismo.html

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