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Cuando la música se convierte en paisaje

Cuando la música se convierte en paisaje
14 de abril de 2013 - 00:00

El pasado viernes 5 de abril, el productor y músico Ivis Flies, junto a Mariana Pizarro (Mariandalab), y con el financiamiento del Ministerio Coordinador de Patrimonio, presentaron de manera oficial el proyecto “De Taitas y De Mamas”, propuesta que pretende rescatar el arte de seis íconos de la música nacional: Don Naza, Papá Roncón, Las Tres Marías, Julián Tucumbi, Mariano Palacios y Mischqui Chullumbu, talentos innatos que narran su cultura desde la creación e interpretación de canciones que hoy se constituyen como patrimonio sonoro de todos los ecuatorianos.

El evento contó con la presencia de María Belén Moncayo, Ministra de esa Cartera de Estado, quien además dejó en claro que “el país tiene una deuda moral con estos artistas, debido a la precariedad de sus condiciones de vida, pese a ser patrimonio vivo del Ecuador”. Ratificó además, que este proyecto es integral porque garantiza el Buen Vivir de estas figuras notables de la música ecuatoriana.

“De Taitas y De Mamas” es un proyecto innovador que se propone recoger y reivindicar los sonidos más tradicionales del país, expresados a través de las voces y sonoridades autóctonas de diversos sectores, permitiendo, de esta manera, reencontrar una parte de nuestra historia musical que hasta ahora había permanecido oculta e invisibilizada debido a la hibridación e invasión de sonidos foráneos.

Cada una de las muestras musicales que se recoge en ese proyecto, logra dibujar a través de la música paisajes andinos, costeros y amazónicos, mismos que invitan a involucrarse y adentrarse en esos escenarios míticos, mágicos y exuberantes que posee el país y que están en peligro de extinción debido a factores económicos. Esta preocupación se evidencia en cada uno de los cantautores y músicos que integran este importante proyecto.

La propuesta cultural propone hacer un acercamiento a los sonidos y sensaciones que evocan cada una de las melodías y sonidos que ofrece el proyecto.

14-04-13-cartonpiedra-musicaSobre los artistas

Caminando con dificultad por las calles cubiertas de arena y salpicadas de olvido, encontramos a Don Naza, quien a sus 92 años y oriundo de San Lorenzo, mantiene su voz intacta. A través de ella crea imágenes sonoras que trastocan al oído desafinado de quienes apenas nos acercamos a la marimba y sus subgéneros: los bambucos, los chigualos, los arrullos, el bombo y las décimas. Estos sonidos hicieron que Don Naza fuera recientemente premiado como el Mejor Cantante Afro del Pacífico Sur, reconocimiento que reivindica la calidad sonora de la propuesta musical de este longevo esmeraldeño, que ha dedicado su vida entera a este complejo arte de hacer música y, sobre todo, a crear un estilo propio que lo destaca y convierte en uno de los pocos íconos nacionales que aún se mantienen vivos.

En el desértico paisaje del Valle del Chota encontramos a Las Tres Marías entonando coplas, de lo que algunos entendidos en el tema han denominado: la bomba originaria. Estas dulces y sabias mujeres comparten, a más de la música, lazos de sangre y de vida, quizá por esto el trío de voces se ha acoplado de manera tan nítida y expresiva.

Las hermanas provienen de una larga tradición de músicos y cantautores que supieron sembrar en ellas un fuerte lazo emotivo con los sonidos tradicionales. Su herencia musical ha logrado acunar la dulzura de tres voces y tres tonos diversos, pero también, ha fortificado y enriquecido las líricas y melodías de su música, que expresan la cotidianidad de sus vidas y su entorno, pero dándole siempre un tono alegre y un ritmo característico que contagia a quien las escucha.

En la norteña provincia de Esmeraldas todos conocen y admiran la generosa labor de enseñanza de Guillermo Ayoví, más conocido como Papá Roncón. Este ícono viviente toca las marimbas con un virtuosismo jamás antes visto. Guillermo es músico desde la infancia, época en la que tuvo la oportunidad de acercarse a una guitarra, objeto que se convertiría en su bien más preciado. Posteriormente, llegó a la marimba de la mano de un indígena chachi, según narra, entre risas y en tono confidente, esta notable figura de la música afro en el país.

Papá Roncón ha logrado crear un sonido inconfundible con la chonta de sus marimbas. La fuerza de su voz evoca la fuerza del pueblo africano, así como también revive la decadencia de una melodía simple, pero cargada de imágenes, olores, colores, texturas y tiempos alternos a una realidad que particularmente logra percibir Papá Roncón.

Mishqui Chullumbu, traducido al castellano significa ‘abejita dulce’”, explica Carlos Alvarado, natural de Porotoyacu, un pequeño poblado cerca del Río Napo, donde empieza la selva tropical Amazónica. Para Alvarado (Mishqui), la música no es la única vía para generar conciencia sobre el valor de las culturas indígenas, sus tradiciones, costumbres y su legado cultural. También, Chullumbu crea ilustraciones y escribe libros sobre las leyendas de su pueblo, que junto con la música y las letras enteramente de su autoría, permiten entrar en un mundo lleno de mitos milenarios, que se ha visto opacado o intervenido por la presencia de actividades “modernas” como la explotación petrolera, los procesos de evangelización y la usurpación mercantilista de un sinnúmero de prácticas propias de las comunidades Amazónicas.

La palidez de los nevados, contrastada con una gama de verdes y tonos tierra, acunan a uno de los pocos seres andinos que ha logrado rescatar sonidos tradicionales y ancestrales, como son los albazos, danzantes y yumbos, propios de los Andes. Este músico es Julián Tucumbi, quien toca 22 instrumentos, sobre todo los de viento, los cuales aprendió a manejar viendo a sus ancestros y practicando durante toda su vida mientras lo acompañaban sus borregos, fieles amigos del páramo. Albacito es una composición que dibuja un escenario místico y permite respirar incluso el olor de una choza en medio del páramo mientras los huesos tiemblan de tanto frío.

Tucumbi nació en Jatun Juiga, en el cantón Pujilí, de la provincia de Cotopaxi, junto a Pachita, su esposa, cantautora y bailarina kichwa, han logrado construir todo un patrimonio cultural y ancestral que han transmitido a sus hijos, siempre con el objetivo de no dejar morir sonidos, tradiciones y todo ese bagaje milenario que se expresa en cada una de las notas entonadas por Tucumbi.

Mariano Palacios, desde la calidez del Malecón Escénico de la provincia de Manta, junto con su vieja e inseparable amiga (guitarra) entona melodías como el porro y los tan conocidos amorfinos. Según explica Palacios su vocación por la música afloró casi al mismo tiempo que empezó a caminar.

Desde muy niño empezó a ganarse la admiración de todo aquel que lo escuchaba o miraba cantar y tocar la guitarra, fue así que Palacios hizo su vida en torno a melodías que expresan una serie de sentimientos propiamente humanos. El dolor, el amor, el desamor, las ausencias y la soledad son algunas de las musas que inspiran a esta potente voz manabita. Gracias a su arte sonoro se ha podido dedicar la vida entera a cantar, participando en diversas radios y festivales del país, pero día a día tiene que “fajarse” en el Malecón para poder vivir.

Al caer la tarde en la playa de San Jacinto, Palacios finamente vestido, se despide del día con una de esas melodías tan profundas y estremecedoras que solo él logra entonar.

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