Complicado es el panorama de dominación imperialista, basta recordar brevemente la agenda del presidente este año. Para mayo, en un encuentro con representantes de Israel y Palestina, sonaron palabras de Trump: “Estamos ante una oportunidad poco común de traer la seguridad y la estabilidad a la región, de crear armonía, prosperidad y paz”. En junio estableció vínculos con Arabia Saudí para controlar más a Qatar mediante la base militar. En agosto envió tropas militares a Afganistán para vigorizar la intervención por la paz. Una paz expresada en su discurso ante la ONU refiriéndose sobre la necesidad de destruir a Norcorea. En diciembre, fechas de paz y amor, Trump declara a Jerusalén como capital israelí; una situación que beneficia militar y políticamente a EE.UU., sabiendo que el petróleo es la causa principal que lo motivan a establecer acuerdos. (O)César Aizaga Castro