Señor Licenciado Orlando Pérez Director EL TELÉGRAFO En su despacho   De mi consideración:   Memoria Social y Patrimonio Cultural Inmaterial en Quito es un estupendo ensayo sobre la construcción de la identidad cultural de la ciudad publicado en el suplemento cultural CARTÓNPIEDRA del domingo 28 de julio.   Soy quiteño, amo a esta ciudad y he vivido en ella la mayor parte de mis largos años. No creo que le queda bien el mote cursi de “Carita de Dios” ni puñeterías afines. Creo que es una urbe crecida desproporcionadamente —como tantas de América Latina—, llena de vicios y virtudes. Las virtudes están dichas: la hospitalidad de su gente, sus atractivos como patrimonio artístico y arquitectónico, etc. Los vicios los sabemos también: congestión, violencia, delincuencia. Pero entre los vicios destacados por Manuel Espinosa Apolo, autor del ensayo, está lucidamente descrita esa falsa reivindicación de solo lo español y ese desprecio, sordo o explícito, de algunos rastacueros por lo indígena, por lo cholo, por los longos. Aún quedan rezagos de esa fatuidad hispanizante que moteja de “verdugos” a los indios, o sea a aquellos descendientes víctimas precisamente de los crímenes, genocidios de los conquistadores. También suele decirse: “Indio que no roba peca”, calificando de ladrones a las víctimas del despojo inconmensurable de los europeos, con cuyo botín montaron el capitalismo que hoy nos agobia.   El autor resalta, igualmente, la absurda nomenclatura de muchas calles de la ciudad con nombres europeos, de los conquistadores muchos de ellos, entre los cuales de asesinos, como el Conde Ruiz de Castilla, nombre que ostenta una calle del centro norte de la urbe y que me viene a la memoria pues, precisamente hoy (2 de agosto) se recuerdan 203 años de la matanza de los próceres encarcelados en el Cuartel de la Real Audiencia y de cientos de quiteños del pueblo llano (a los cuales difícilmente se les menciona en la Historia oficial) por obra de aquel presidente de la Real Audiencia. Y hay muchas otras calles y monumentos que nada tienen que ver con nuestra Historia libertaria, que es la que se debería reivindicar. Por ahí mismo —parque Mariana de Jesús— en urna de cristal está ese falso santo español, colaborador impenitente del fascismo franquista, el fraile Escrivá de Balaguer, al que el pueblo quiteño no le debe nada solo el desconocimiento de su verdadera naturaleza de racista y aliado con el poder económico, y fundador de esa prelatura siniestra llamada Opus Dei.   El llamado final de esta nota es para sugerir al Municipio del Distrito Metropolitano que revise totalmente la nomenclatura de calles y plazas y los monumentos, a fin de desterrar aquellos símbolos no solo ajenos a nuestra identidad sino enemigos de ella, recuperar el legado histórico de nuestro pueblo, de los pueblo originarios y de los luchadores contra la opresión. Si se han de reivindicar personajes de la Historia Universal, hay muchos merecedores de ostentarse también en nuestra amada urbe, por su humanismo y su servicio al pueblo.     Atentamente, Jaime Muñoz Mantilla C.I. 1702447747