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El Telégrafo
Sybel Martínez

La violencia sexual, el aborto y la niñez

16 de agosto de 2019 - 00:00

Carla, de 14 años, la violaron en una fiesta, producto de esa agresión quedó embarazada. Decidió interrumpir la gestación, siendo procesada por el delito de aborto consentido.

La jueza de la Unidad Judicial de Adolescentes Infractores aceptó su pedido de remisión, como forma anticipada de juzgamiento, no sin antes imponerle medidas socioeducativas, entre ellas, una amonestación verbal requiriendo textualmente a sus padres: “que ejerzan más control sobre la adolescente”.

Estefanía fue violada al salir de su colegio, no lo contó a nadie y en silencio gestó un niño que nació a término en su habitación, cuando tenía tan solo 13 años. El bebé nació con el cordón umbilical enredado en su cuello. Estefanía tomó un cuchillo de cocina y en su intento por cortar el cordón, cortó el cuello del bebé.

Fue procesada por homicidio culposo, la jueza que conoció la causa le concedió la suspensión del proceso a prueba, previa emisión de medidas socioeducativas, entre ellas, “pedir disculpas públicas por encontrarse arrepentida por lo sucedido”.

Las dos adolescentes se encuentran en etapa de post-seguimiento en la Unidad Zonal Juvenil de Adolescentes Infractores, es decir que, pese a haber cumplido las medidas socioeducativas impuestas, deben presentarse cada mes -por el doble de tiempo que dure la medida socioeducativa- a la unidad y firmar un listado que da fe de que no han “reincidido”. Carla debe presentarse cada mes durante un año y Estefanía durante dos.

El 70% de las violaciones sexuales que se cometen en este país son violaciones de niñas. Carla y Estefanía son dos de las casi 20.000 niñas obligadas a parir de sus agresores o criminalizadas por decidir no hacerlo.

Y aunque muchos, desde la confusión y la estridencia, dirán que no han sido privadas de su libertad, lo cierto es que no hace falta que lo sean, pues cada mes, ellas deben recordar los actos lesivos y caóticos que tuvieron que enfrentar. ¡Un verdadero asedio a su cordura!

Cuando la tragedia irrumpe en la vida de niñas y mujeres, ni el tormento ni la coerción deben ser la respuesta. (O)

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