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El Telégrafo
Ilitch Verduga Vélez

“Todo no es suficiente, sin...”

18 de abril de 2014

Los acontecimientos políticos que sacuden a Venezuela, fruto de la asonada fascista -todavía no vencida- deja al desnudo las aristas terroristas de cierta oposición enloquecida, al régimen del presidente Nicolás Maduro y de la complicidad infame de la prensa nacional y extranjera que los protegen en sus desafueros. Todos los días en los órganos de la mediocracia hemisférica y de algunos de Europa se muestra la cuenta macabra de las hazañas de los insensatos fratricidas, que buscan la guerra civil. Para ello, medios informativos generan responsabilidades  del frenesí callejero al gobierno constitucional, cuya tolerancia conmueve aun a los adversarios no golpistas.

Grupúsculos ‘guarimberos’ han generado caos y muerte, sin compasión alguna, apoyados por los ‘trust’ petroleros, unos cuantos truhanes ultra-derechistas, otros renegados de la lucha popular que desgobernaron la patria de Bolívar, junto a los nuevos cachorros del imperio, capaces de  infamias criminales contra el bravo pueblo, en su menguado intento de destruir la nación bolivariana. Sin respeto por nada, por nadie, sustentando la manifestación acabada de una conspiración siniestra sin escrúpulos, exitosa en la construcción de una entente singular: lumpen, con ‘niñitos bien’ que añoran volver al pasado, los  mercenarios, reclutados en varios  lugares, unidos a  jóvenes de clase media, engañados con los cantos de sirena de la oligarquía criolla y la imperial, que son lo mismo  y que alimentan las ‘primicias’ de la CNN para sabotear las pláticas de paz sugeridas por Unasur -que en su consecución exitosa ha jugado un rol  fundamental el canciller Ricardo Patiño- para que cese la violencia y vuelva la tranquilidad y la concordia ciudadanas.

Frente a estas negociaciones encomiables, que siguen su curso a pesar de las provocaciones y mala fe del antiguo establishment, surgen los profetas del desastre vaticinando su fracaso. Así, hace semanas, la jerarquía eclesiástica venezolana se situó al lado de los amotinados en un error histórico que levanta muros oscuros y ubica a los católicos en una posición inconciliable, ya que está reñida con la acción pastoral y el amor cristiano. La inflexión arrogante de la nota renuncia a principios caros a nuestra religión: humildad, convivencia pacífica con el prójimo; y más parece texto de algún escriba del pasado. Pero la esperanza no muere, ya que no obstante el desatino, hay Iglesia en la tierra de Chávez, una pléyade de sacerdotes ligados al pueblo dispuestos a correr su suerte en la senda de Cristo.

Conozco las luchas y obra de Miguel Matos, jesuita como el papa Francisco, como él, dispuesto a cambiar al planeta. Mas al ignorar los actos de barbarie cometidos: incendios de edificios públicos con cientos de funcionarios dentro, la quema de universidades y guarderías; los asesinatos de personas y policías por francotiradores con armas sofisticadas, los secuestros selectivos, crímenes contra la naturaleza por fuego de miles de árboles, el sacrificio de ganado de campesinos, ingentes pérdidas por bienes estales destruidos que ascienden a millones de dólares, plagio de comunidades completas bajo el abuso de toques de queda ilegales y la extorsión de las llamadas ‘vacunas’ -legado de las autodefensas colombianas- para explotar a indefensos vecinos que los apoyan en barrios de la burguesía; el mundo es cómplice de delitos de lesa humanidad.

Abominables personajes, que en su histeria violentista, frente a los esfuerzos denodados por la paz, exclaman que “todo no es suficiente sin el derrocamiento de Maduro”, no pasarán. Y son solo el sustento de la ofensiva reaccionaria continental que hay que derrotar con la verdad y la justicia.

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