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El Telégrafo
Roberto Follari (*)

¿Se acuerdan de Assange?

23 de mayo de 2014

¿Qué habrá sido de él? Pues nada, seguro, o poco. No mucho puede hacerse dentro de una embajada, encerrado, preso de la lógica imperial que no lo deja salir. La decisión soberana del Gobierno ecuatoriano le dio un refugio, pero parece que Inglaterra (por órdenes del máximo imperio del presente) sigue firme en su decisión de superar los récords de refugios diplomáticos que estableció Perú con Haya de la Torre, o la última dictadura argentina con Héctor Cámpora.

El olvido no hace solo a su persona, abarca también al espionaje estadounidense que él ayudó a develar. La vergonzosa condición de haber espiado a decenas de presidentes en todo el mundo, a millones de ciudadanos en los lugares más diversos del orbe, el meterse en e-mails y en llamadas telefónicas con arrasamiento de toda privacidad, es cuestión que va entrando en la penumbra del olvido. Las módicas modificaciones que Obama ha pedido para el accionar de la Agencia Nacional de Seguridad estadounidense, responsable de toda esta acción de fisgoneo planetario, permanente y serial, en nada cambian la situación (dado que, además, parecen afectar solo al comportamiento de dicha Agencia dentro de Estados Unidos).

Se sumó Snowden, y como recordar dos es más difícil que hacerlo con uno, se dividió la atención a cada uno solo al 50% de lo que sucedía antes con Assange. Snowden tampoco tiene su vida asegurada: salió de aquel avión donde se lo confinara, para sostenerse en un precario permiso ruso para habitar en ese país por un período nada prolongado.

Hay que recordar su situación, muestra de la prepotencia de un sistema que dice hacer la guerra en nombre de la democracia y los derechos humanos, y niega a estos enfáticamente en los hechos, persiguiendo a quienes han ejercido la libertad de informar. Estados Unidos nunca desmintió a Assange ni tampoco a Snowden: se limitó a perseguirlos por entender que habían difundido verdades que desde el poder de ese país se quiere acallar.

En fin: el oportunismo total con que se actúa hoy desde el poder establecido lleva, incluso, a que Estados Unidos opere en Siria como aliado de Al Qaeda, mientras justifica en todas partes sus acciones violentas como parte de la lucha sin límites contra esa organización.

Es del tipo de cosas que denunciaba Assange cuando no estaba confinado a la embajada en Londres. Ojalá recordemos, ojalá denunciemos, ojalá insistamos sobre la persecución que él sufre. El olvido serviría para que no se viabilice su libertad, para que el poder imperial se imponga nuevamente, ya no solo por la muy fuerte vía del encierro, sino -incluso- por la de alguna represalia mayor que pudiera programarse a largo plazo.

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