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El Telégrafo

Resistencia

03 de febrero de 2013

A propósito de la denuncia de Oxfam sobre el costo de la desigualdad, y su propuesta de que las cien personas más ricas del planeta podrían acabar cuatro veces con la pobreza extrema del mundo, arguyo que el problema es estructural, debido a un sistema económico no remendable. Lo que se necesita es forjar un mundo sin egoísmo capitalista, como lo acaba de proponer Frei Betto en la III Conferencia por el equilibrio del Mundo.

Con razón el filósofo italiano Gianni Vattimo sostiene que tenemos que prepararnos para una larga resistencia, para un cambio revolucionario en el mundo. Lo afirma dentro del contexto de su teoría del “Pensamiento Débil” antitotalitario, y reconociendo que América Latina “ahora se despierta y empieza a reivindicar sus culturas locales y sus formas de comunidad, con referencia a otra cultura más bien viviente”, quizá el Pachakuti de nuestros aborígenes. “Despertar del mundo a la cultura de la vida, transición del tiempo de la violencia entre los seres humanos y de la violencia con la naturaleza a un nuevo tiempo donde todos convivimos en armonía y equilibrio con la totalidad del cosmos”, en palabras de Evo Morales en la ceremonia del Solsticio en la Isla del Sol.

Cada día es más evidente el poder destructor de la cultura tipo oeste salvaje, que impera en los EE.UU., donde predomina la idea que las armas y el empleo de la violencia es el medio de preservar la libertad, y que practican hasta en los conflictos internacionales a través de la OTAN. Contravalores que han servido de caldo de cultivo para el capitalismo devastador.

Escalofriante leer en el New York Times, a raíz de la matanza de niños en la escuela de Newtown, que en los últimos cinco años más de 148 mil personas han muerto por arma de fuego en EE.UU. (14.500 menores de edad); que en un año murieron 29.569 personas a causa de armas de fuego, un promedio de una persona asesinada cada 18 minutos. Sin embargo, la poderosa Asociación Nacional del Rifle, amparada en una visión distorsionada de la Constitución americana suscrita en la época de los mosquetes, se opone al control de las armas de asalto automáticas. Y propone guardias armados en las escuelas y armar a los maestros.

Que estos horrores nos impulsen a preservar nuestra soberanía, oponiéndonos a una globalización dentro de la cultura de muerte, y a la violencia, o sea a más capitalismo, más mercantilización, más consumismo.

Las cien personas más ricas del mundo, ni nadie, podrán acabar con la pobreza, dentro de los parámetros de un sistema económico en crisis terminal.

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