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El Telégrafo
Edmundo Vera Manzo

Reelección indefinida, alternabilidad y meritocracia (1)

05 de julio de 2014 - 00:00

Se ha iniciado un importante debate en Ecuador en torno a la reelección indefinida. Muchos de los argumentos, en gran parte de los que se oponen a la reelección indefinida, son coyunturales y, consciente o inconscientemente, debilitan las instituciones y atentan contra el elemental sentido común. Me ubico frontalmente en la posición de la importancia de la reelección indefinida de los dirigentes, autoridades y gobernantes, tanto en las instituciones privadas como públicas. Pienso así desde hace varias décadas.

De haberme encontrado en Montecristi en la elaboración de la Constitución habría utilizado los mismos argumentos que utilizaré en este fundamental tema de la dirección de las instituciones humanas. Mis argumentos provienen de la historia de la filosofía y de la filosofía de las ciencias, de la filosofía política, la filosofía de la vida, la epistemología, la historia universal, las neurociencias, la psicología de las aptitudes y talentos, los derechos humanos y el sentido común.

Los defensores de la alternabilidad de las personas en la dirección de las instituciones sociales y políticas pretenden convertirla en un principio supremo, por encima de otros principios más elevados, lo que ha producido nefastas consecuencias en la vida de las instituciones y países. Es un grave error cambiar por cambiar o conservar por conservar, porque otros lo hacen o porque se le ocurrió, sin que existan importantes argumentos o razones que lo justifiquen.

El cambiar por cambiar es un instrumento de manipulación de las mentes utilizadas masivamente por los fabricantes de productos, que inducen a comprar nuevos productos, cuando todavía funciona muy bien el producto o instrumento que se tiene. El cáncer de la civilización actual se basa en la adicción por comprar, que se sostiene por adquirir, en reemplazar lo bueno que se tiene, cuando todavía se encuentra muy bien y funciona. Existen medios como el fuego, que se usa desde hace decenas de miles de años, la rueda con miles de años y la aspirina con más de cien años que funcionan muy bien hasta el presente. Sería absurdo cambiarlos, cuando en lo que hacen todavía no hay algo mejor que ellos.

En el campo político, cambiar a una persona por decreto después de uno, dos o más períodos, porque así lo dice la Constitución o la costumbre, es algo arbitrario, antinatural, contrario al sentido común y a la vida misma, cuando las personas reúnen las cualidades superiores para el desempeño de sus cargos. Es un extraordinario desperdicio de recursos, de los que son menos abundantes: de los líderes, dirigentes y gobernantes extraordinarios que excepcionalmente aparecen en la historia de una institución, país o la humanidad. En diversos períodos de la historia, quienes dominan los países han utilizado la alternabilidad como un mecanismo para poner fuera de acción a los líderes sobresalientes que aparecen a veces tan solo después de cien años. El retiro prematuro por decreto de un dirigente líder o gobernante sin la decisión de quien lo eligió solamente favorece a los enemigos de la comunidad que estaba sirviendo en forma excelente.

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