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El Telégrafo
*Fernando Falconí Calles

Punto de inflexión

11 de abril de 2014

El inicio de actividades de las universidades Yachay, de las Artes y Nacional de Educación, marca una nueva era en el aprendizaje superior en Ecuador.

Vale la pena recordar la gestión del general Eloy Alfaro en el campo educativo. El líder radical estaba convencido de que había que construir sólidos cimientos en la educación para lograr mejores días para nuestro país. Sabía que el desconocimiento es el mejor aliado para crear y mantener, a lo largo del tiempo, un deficitario nivel de conciencia política en las masas. Así, los explotadores pueden disfrazarse fácilmente de benefactores y los demagogos tienen el campo fértil para sus engaños.

La Constitución de 1906 dispuso que la enseñanza primaria fuera obligatoria y gratuita, al igual que la de artes y oficios. Este nuevo marco jurídico estableció que el Estado era el encargado de dirigir y financiar el sistema educativo. Para dar paso a este nuevo modelo, la Revolución Liberal creó los colegios normales para que allí se prepararan los nuevos maestros. A este proceso se sumaron varios colegios nocturnos, que fueron creados para permitir que los adultos tuvieran acceso a la educación luego de sus jornadas laborales. Se entregaron numerosas becas. Se establecieron almacenes para la distribución de textos.

El gran esfuerzo se concretó en 1.339 escuelas primarias, 30 establecimientos de artes y oficios, 12 colegios y 3 universidades.  

Los estudiantes y profesionales de
las clases popular y media, que
están becados en las mejores universidades del exterior, tienen un compromiso moral con Ecuador.
La educación laica y gratuita fue –sin ninguna duda– lo más trascendental de la obra de Alfaro, porque abrió la posibilidad de estudiar a las clases populares y medias. Precisamente estos dos sectores fueron protagonistas de algunos cambios importantes que se dieron en el siglo pasado.

El alfarismo también incorporó a las mujeres en los ámbitos educativo y laboral. Las estudiantes más destacadas fueron becadas. Varias de ellas se formaron en el exterior como maestras. En suma, la Revolución Liberal introdujo nuevos actores en la política y en la sociedad.  

El 31 de marzo de 2014, el presidente Rafael Correa inauguró la nueva era del conocimiento.

Los hijos de las élites fueron y van a universidades prestigiosas, de preferencia en el exterior. Sus familias podían y pueden financiar este rubro. Hoy, los hijos del pueblo también acceden al aprendizaje superior de calidad dentro y fuera del país, porque reciben financiamiento del Estado.

Los estudiantes y profesionales de las clases popular y media, que actualmente están becados en las mejores universidades del exterior, tienen un compromiso moral con Ecuador; por ello retornarán –agradecidos– para servirlo con amor. Los mejores hijos del pueblo serán los futuros cuadros, los futuros actores políticos que, en igualdad de condiciones académicas, disputarán el poder a los herederos de los gobiernos excluyentes y, desde luego, los derrotarán.

Por tanto, no es gratuito el disgusto que tienen algunos portavoces de las élites, que se han dedicado a criticar a las universidades de excelencia que iniciaron sus actividades en nuestro país. Estas instituciones también contribuirán –a través del conocimiento– al cambio en las relaciones de poder. Eso es lo que les preocupa.

Si alguien pregunta: ¿quién es el autor intelectual de esta gran obra? La respuesta es: Eloy Alfaro Delgado. Los autores materiales son varios millones de ecuatorianas y ecuatorianos que son parte de la Revolución Ciudadana.

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