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El Telégrafo
Jorge Núñez Sánchez - Historiador y Escritor

Nicaragua, vista y oída (1)

09 de abril de 2015

Vuelvo a Managua, invitado por la culta y dinámica embajadora del Ecuador, doctora Aminta Buenaño, para las ‘Jornadas de Homenaje a Eloy Alfaro’ que ella ha organizado.

La primera sesión tiene lugar la tarde del 26 de marzo, en el Banco Central, con gran éxito. Participan dos amigos del Ecuador: Aldo Díaz Lacayo, director de la Academia Diplomática, y Jorge Eduardo Arellano, exdirector de la Academia Nicaragüense de la Lengua.

Sus lucidas intervenciones aportan nuevos datos sobre la presencia de Alfaro en esa tierra de lagos y volcanes. Aldo relieva la importancia continental del ideario alfarista y Jorge Eduardo, llamado el ‘Polígrafo de Nicaragua’, nos deleita con la lectura del reportaje que el joven Rubén Darío hiciera a nuestro héroe allá por 1885. Un generoso ágape cierra tan grata jornada.

Al otro día recorro la ciudad, que me sorprende una vez más. La conocí en 1979, cuando acababa de ser liberada de la tiranía somocista y era todavía una ciudad en escombros, a causa del terremoto y los estragos de la guerra civil. La volví a ver en tiempos de la Guerra de los Contras, montada por Ronald Reagan dizque para evitar otra Cuba. Y luego he visto su cambiante faz, una y otra vez.

En mi última visita, en 2011, constaté ya su sorprendente crecimiento y progreso: nuevas urbanizaciones, nuevas universidades, nuevas empresas y una emergente clase media. Ahora me encuentro con nuevos signos de desarrollo y una ciudad renovada y bastante satisfecha de sí misma.

En el centro, el área arrasada por el sismo ha sido convertida en zona deportiva y de distracción familiar. Junto a la orilla del lago Managua o Xolotlán se ha construido el Parque Puerto Salvador Allende, una bella zona recreativa integrada por restaurantes, bares, locales turísticos y parque infantil.

Ahí mismo está el muelle donde acoderan barcos y botes turísticos, en los que las gentes navegan por el lago o van a la Isla del Amor, convertida en sitio de atracción. Y por las noches el centro de Managua cobra un encanto especial, gracias a una abundante y coloreada iluminación en la que destacan los ‘árboles de la vida’.

Pero la modernidad se nota sobre todo en los nuevos barrios de la urbe, donde se levantan concurridos centros comerciales y nuevos hoteles y edificios en construcción.

“Aquí hay fuertes inversiones salvadoreñas y de otros países”, me dice un amigo. “Y es que los ricos de Nicaragua siguen, en su mayoría, la vieja costumbre de enviar su dinero al exterior, aunque parece que eso va cambiando, bajo presión de las nuevas inversiones extranjeras”, agrega.

Pienso en lo difícil que es cambiar la mentalidad de nuestras clases dominantes en América Latina. Están acostumbradas a tener su casa de descanso en Miami, su dinero en paraísos fiscales y sus hijos en universidades extranjeras.

Viven como gringos, piensan como gringos, se sienten exiliados en su propio país, en el que casi no creen. Pero les sale el nacionalismo cuando los inversores extranjeros llegan a disputarles su mercado. (O)

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