Ecuador, 17 de Mayo de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo
Fabrizio Reyes De Luca

Medición del PIB

09 de abril de 2015

¿Es correcto utilizar el Producto Interno Bruto solo como un medidor del crecimiento económico en un país, dejando de lado su impacto en la distribución de la riqueza y el desarrollo social? ¿Basta con alcanzar buenos niveles de aumento de la riqueza material para que la sociedad logre registrar puntos positivos dentro de la escala del Índice de Desarrollo Humano concebido por el pakistaní Mahbubul Haq y adoptado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo desde 1990?

El indio Amartya Sen, Premio Nobel de Economía en 1998, dijo alguna vez: “El desarrollo humano, como enfoque, se ocupa de lo que considero la idea básica de desarrollo: concretamente, el aumento de la riqueza de la vida humana en lugar de la riqueza de la economía en la que los hombres viven, que es solo una parte de la vida misma”.

El PIB expresa el valor medido en dinero de todos los bienes y servicios producidos por una economía dentro de un período determinado, generalmente un año. Y aunque ha ganado aceptación general dentro de la literatura económica internacional, el PIB no revela realidades sociales sustanciales que se manifiestan a través de la distribución de la renta y el acceso a necesidades esenciales para el ser humano. Por eso hay que cuidarse de exaltar el uso del PIB como indicador único para predicar los puntos luminosos del crecimiento económico, sin analizar cómo se alcanzó o cuál ha sido su impacto en el desarrollo social.

Apostar solo al crecimiento del PBI postergando su impacto en el mejoramiento de la calidad de vida de la sociedad es un error, toda vez que la medición cuantitativa de los bienes y servicios que produce una economía en un período podría esconder la neblina de las desigualdades. Porque el PIB no mide el beneficio de la actividad económica, sino el coste de las actividades que ofrecen productos y servicios a cambio de dinero, facilitando determinar la magnitud de una economía y proyectarla en el tiempo, pudiendo compararse momentos de avances y retrocesos en la historia productiva, comercial y financiera de un país.

Y es que la simple medición del PIB no permite determinar el grado de bienestar social, porque más allá de la capacidad tecnológica y de la calificación de la fuerza laboral de un país, los criterios de distribución de esa riqueza material creada pasa por el filtro de los intereses de clase, representado en las estructuras gubernamentales del Estado.

Es un mito sostener que todo crecimiento económico se traduce en la creación de mejores condiciones de vida para la población, dejando de lado la efectiva distribución de los ingresos más allá de la mecánica división del PIB entre el número de habitantes, dando paso al manoseado indicador del PIB ‘per cápita’, es decir, por persona.

Es bueno que la economía de una nación crezca, pero es mucho mejor que ese crecimiento se haga con calidad y en función de una efectiva distribución de los ingresos, que permita combatir las inequidades y exclusiones sociales. (O)

Contenido externo patrocinado