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El Telégrafo
Ilitch Verduga Vélez

Luciano Coral Morillo

23 de mayo de 2014

La Secretaría de Comunicación está auspiciando un concurso para relievar acciones, ejercicios de periodismo ético y responsable en Iberoamérica, con el ilustre nombre de Luciano Coral Morillo. Una evocación justa y oportuna de su presencia histórica, invisibilizada durante un siglo por los avatares ideológicos de nuestro devenir y la influencia de una derecha hostil a ideas de cambio y que, a pesar de la centuria transcurrida desde el crimen de El Ejido, no satisface sus ansias de poder.

Nacido en la entrañable provincia del Carchi, el 15 de abril de 1867, Coral, casi adolescente, abrazó la ideología liberal, participando en la gesta insurreccional, al principio como miembro del mítico ‘Escuadrón sagrado’, creado por el general Sarasti, que en la coyuntura política, para derrotar al dictador Ignacio de Veintimilla -motejado por don Juan Montalvo como ‘Ignacio de la cuchilla’-, se alió al general Alfaro. En la toma de Guayaquil, el 9 de julio de 1883, obtuvo el grado de capitán. Radicado en esta urbe, colaboró con los diarios de la época, donde publicó un estudio sustancial sobre el Tratado Herrera García, que la Universidad de Salamanca y en la cátedra de Tratados hispanoamericanos nos recomendaron leer, por la brillante concepción en el fondo y en la forma.

En 1894 ideó la revista La Aguja, en defensa de los intereses de la nación. El conocimiento de la historia y la diplomacia ecuatoriana y su amor patrio lo motivaron a escribir tres ensayos esenciales: Ecuador y Perú, La Batalla de Tarqui y Conflictos internacionales entre Ecuador y Perú. En 1895, junto a José de La Pierre y Federico Reine, inició El Grito del Pueblo, combativo diario que denunció al gobierno de Luis Cordero, el presidente culpable del affaire de la venta de la bandera. Por todo ello, el periódico fue clausurado y él, apresado y expulsado a Panamá.

Con el triunfo de la revolución regresó al país. Ayudante y secretario jurado de Eloy Alfaro, luchó en la batalla de Gatazo y por su valor en el combate fue ascendido a teniente coronel. Nombrado gobernador de su lar natal, erigió un legado cultural y urbanístico al crear bibliotecas y parques. La génesis de medios escritos se debe a su iniciativa. Así, en 1905 fundó El Tiempo, de Quito, junto a connotados intelectuales de la época, tales como José Peralta, Camilo Destruge y Felicísimo López.

En Manabí colaboró con el escritor Ramón Verduga Cornejo en el semanario El Iris. En esos años editó El Ecuador y el Vaticano, Artículos de Haroldo. En 1909, el Congreso Nacional le entregó despachos de coronel. En 1910 estuvo en la frontera con Alfaro cubriendo la integridad territorial.

Luciano Coral, injustamente desconocido por muchos de los ecuatorianos de hoy, fue el gran suscitador del periodismo. En su valiosa existencia lo entregó todo por su patria y los ideales de justicia y libertad. Mártir de la ‘Hoguera Bárbara’, de vida íntegra, su sangre generosa fue regada el 28 de enero de 1912. Debería ser el escudo del comunicador, para no convertir la pluma en cuchara.

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