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El Telégrafo
Alfredo Vera

Liderazgo (4, fin)

17 de marzo de 2015

Rafael Correa asumió en soledad la decisión individual de no asistir a Cartagena, a la Cumbre de las Américas, en protesta por la exclusión de Cuba por disposición arbitraria de EE.UU.; desde allí se puede deducir que se abrió el camino para que Obama decida cambiar la política de agresión contra la isla, para no caer en el abismo de la soledad.

Son los pueblos los que otorgan con su respaldo la apertura del camino por donde puede transitar, con la acumulación de aciertos y virtudes, una persona que va hacia un liderazgo local y extrafronterizo.

La intuición, el olfato y la memoria son algunas de las herramientas de las que se valen las bases sociales para reciprocar con respaldo a quien ofrece y cumple la voluntad de llevar adelante las propuestas de cambios revolucionarios, para superar las injusticias de que son víctimas, lo que se constata por las desigualdades en el acceso a los servicios que permiten o no una vida digna y soberana.

En la historia de América y también en Ecuador, son inmensas las frustraciones que han sufrido esas bases sociales al constatar la debilidad y capacidad de engaño cuando aparece un demagogo corrupto que logra disfrazar su verdadera identidad y más temprano que tarde evidencia el embuste de sus actuaciones o la falacia en su conducta.

Es posible que las circunstancias que caracterizan una realidad no hagan posible que un líder cumpla con su rol de conductor y se acumulen prolongados períodos en los cuales las bases sociales se adormecen, sin que se vislumbre el aparecimiento de algún personaje que atraiga su adhesión.

De pronto, en el continente americano aparecen en simultáneo algunos personajes que coinciden y se identifican por llevar adelante procesos que se intercalan, se superponen y se conjugan, como sucedió para la Primera Independencia de nuestro continente, a la cabeza, Bolívar.

Para la Segunda y definitiva Independencia que viene gestando varios procesos, a partir de la experiencia de la Revolución Cubana y el ejemplar liderazgo de Fidel, surgen con evidente luz propia varios líderes que impulsan procesos anticapitalistas, antineoliberales, antiimperialistas, defensores de la soberanía de nuestros suelos y reivindicadores de la justicia social: en Venezuela, con Chávez y Maduro; en Nicaragua, con Ortega; en El Salvador, con Salvador; en Bolivia, con Evo Morales; en Argentina; con los Kirchner, en Uruguay, con Mujica y Vázquez; en Brasil, con Lula y Dilma; y en Ecuador, con Rafael Correa.

Desde luego que ellos no son iguales, aunque tengan muchas coincidencias; tampoco están sometidos a similares obstáculos ni tienen los mismos problemas que vencer y superar; pero es obvio que la similitud de la meta independentista los impulsa a coincidir.

¿Hasta dónde llegaran con estos desafíos y con el compromiso de completar la tarea de no devolver el poder a las oligarquías criollas, que luchan a través de los propietarios de los medios de comunicación, bajo la batuta de los detentadores del poder financiero transnacional imperial?

Llegarán hasta donde los pueblos demanden y apoyen, en cuanto esos líderes estén dispuestos a cumplir. Es mucho lo que ellos han hecho, pero es más lo que deberían hacer.

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