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El Telégrafo
Edmundo Vera Manzo

Las percepciones y las soluciones de los problemas (1)

21 de marzo de 2015

Al final de su vida, Albert Einstein afirmó: “En el siglo XX todo ha cambiado, menos nuestra forma de pensar”. Einstein se refería a que cincuenta años después de su descubrimiento de  la teoría de la relatividad y de la teoría cuántica por Max Planck, la mayoría, casi la totalidad de las personas, seguía pensando de acuerdo a las formas anteriores (pensamiento mágico, intuitivo, racional y el cartesiano-newtoniano).

Han pasado sesenta años de la muerte de Einstein y ciento diez años de sus más extraordinarios descubrimientos y podemos seguir afirmando que más de las tres cuartas partes de la humanidad ignoran sus trascendentales aportes a las ciencias y visión para comprender los problemas humanos, el planeta Tierra y del universo.

Todavía la mayoría de los seres humanos, los ciudadanos y quienes tienen las responsabilidades en la  toma de decisiones de problemas personales, sociales y ambientales, utilizan formas de pensar unilaterales que se alejan de las soluciones y ponen en peligro la supervivencia de todas las formas de vida del planeta Tierra.

Muchos problemas son enfrentados de buena fe y con las mejores intenciones y otros responden a intereses mezquinos, pero los resultados son los mismos: la acumulación de problemas no resueltos se convierte en una carga muy pesada para las futuras generaciones. El problema fundamental se encuentra en que seguimos utilizando formas de pensar que funcionaban en otros momentos del desarrollo de la humanidad, cuando la vida y las organizaciones de las sociedades eran más simples, ahora no. Las formas de pensar anteriores a Einstein eran todas unilaterales, parciales, muy limitadas. No permitían examinar y comprender en profundidad y complejidad a los problemas.

A estas formas de pensar Edgar Morín les llama “pensar tuertos”, porque permiten percibir y comprender una parte de la realidad, de la verdad y no su totalidad. Todos los seres humanos somos capaces de percibir y comprender una parte de la realidad examinada. Miramos igual y vemos diferente, de acuerdo al desarrollo alcanzado por nuestros sentidos, conocimientos, tecnologías y experiencias diferentes. Existe la necesidad urgente de complementar a nuestras percepciones, las formas de pensar, conocimientos, experiencias con las de otras personas y culturas para poder ver mejor lo que se examine.

Ningún mapa mental es igual al territorio. El mapa es una idea sobre el territorio;  de ser iguales, no sería necesario comerse el plato de comida, sino la cartilla del menú. Igual sucede en la relación entre los currículos y la realidad de las personas y entre la teoría y la práctica. El pensamiento relativista de Einstein queda claro con la siguiente frase:

”Toda explicación tiene un campo de aplicación y un límite a partir del cual deja de funcionar y es reemplazada por otra explicación que, a su vez, también tiene un campo de aplicación y un límite. Así, sucesivamente”.  

El gran error de la mayoría de los seres humanos es creer que lo que ellos perciben y piensan es la totalidad de la verdad, es un reflejo exacto de la realidad. En definitiva, creerse dueños absolutos de la verdad. El gran salto paradigmático de la humanidad en la actualidad consiste en reconocer humildemente que tan solo somos dueños de nuestra verdad, que en mayor o menor medida es siempre limitada y que requiere la colaboración de los demás. En los pequeños y grandes problemas de la humanidad se requiere la participación de todos los protagonistas, sin excepciones, para que aporten sus percepciones, lo que les une en bien de todos. La verdad y el conocimiento entre los seres humanos es una construcción permanente, inacabada.

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