Ya sabíamos que vendría un proceso político harto complejo, tanto como el tema de la Ley del Agua que involucra particularmente a los agricultores de toda ralea, que es el tema del estado financiero que involucra, también particularmente a quienes manejan el dinero, que si es ajeno, mayor es la preocupación.
No hay que olvidarse de varias premisas, como aquella que es fundamento del capitalismo, la del ‘¿Cuánto tienes? ¡Tanto vales!’. Y que en este tipo de sociedades con una filosofía capitalista predominante, el bolsillo es el principal órgano de la estructura biológica humana, porque así lo impone el sistema.
Tampoco hay que olvidar que desde fines del siglo pasado y comienzos del actual hubo una predominancia neoliberal caracterizada por los afanes privatizadores y la predominancia del mercado, la acumulación y tráfico del capital sobre los derechos del ser humano.
Finalmente, recordar que la legislación ecuatoriana se ha edificado con la influencia del sistema bancario y la complacencia de los grandes inversionistas nacionales y foráneos, como sucedió en la Constitución del 98, en que, habiendo un artículo que prohibía al Banco Central los préstamos de salvataje a la banca en crisis, metieron de contrabando y forma sorpresiva una falsa transitoria que condujo a la peor crisis de la historia.
Al advenimiento de un proceso revolucionario es lógico que se avecine también una estructuración jurídica, organizativa y legal del sistema financiero integral de los sectores público y privado, que transforme los principios de la justicia social, la equidad, la eliminación de la pobreza, el cambio de la matriz productiva y, por sobre todo, la predominancia del ser humano, motivación de la existencia misma de la nación y de la patria.
Hay de por medio varias contradicciones, porque están presentes elementos complejos que no pueden fracasar, por lo que este proceso demanda mucha sapiencia, mucha madurez, mucha inteligencia, visión de futuro, autoridad ética y conducta moral.
Para asimilar con certeza lo que se viene en materia financiera y económica, hay que tener clara comprensión de la división en una nación entre Gobierno y Estado, pues la oposición, con evidente mala fe, entre otras estrategias, habla de acaparamiento de poderes del Ejecutivo porque la estructura de algunas funciones del Estado ecuatoriano asumen facultades y responsabilidades supuestamente para coartar la libertad ciudadana, cuando es al revés: es asumir la defensa del ser humano y sus derechos ante la insaciable voracidad del capitalismo.