Ecuador, 06 de Mayo de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo
Sebastián Vallejo

La tabla de Jasper Beardly

29 de agosto de 2014 - 00:00

El nuevo Código Orgánico Integral Penal, como es la tónica de toda iniciativa que nace del oficialismo, no ha carecido de su oposición, de la contradicción de su oposición, de las fábulas creadas alrededor de su aplicación, de su análisis y de su elogio ciego. Y es que su extensión y misión punitiva no deja de ser apabullante. Pero bueno, al final del día, ese es el leitmotiv de un código penal: penalizar. Lo que termina por sobrecoger a la opinión pública parece ser la furia de sus penas y la tipificación de cada acto imaginable dentro de este.

“Si hablan fuera de turno, hay tabla”

Si no afilias a tus empleados, hay cárcel. Si haces mala práctica médica (o, en general, cualquier práctica profesional), hay cárcel. Si divulgas información falsa, hay cárcel. Si ‘grafiteas’ una pared, hay cárcel. Si insultas a un policía, hay cárcel. Si arrojas dos naranjas a medio chupar en una funda (lo que, a mi parecer, ya es un objeto contundente) a la cancha en un Barcelona contra cualquier otro equipo, hay cárcel. Si maneja al estadio en un vehículo con llantas en mal estado, hay cárcel. Y si en el gran esquema de las cosas, usted ve un acto ilegal y decide pasar de largo, pues también irá a la cárcel.

“Si miran por la ventana, hay tabla”

Pero así como todo es cárcel, pues, todo también está ahí para que lo sea. Se adopta la figura del femicidio (o feminicidio), y una extensa sección que castiga a los delitos de violencia a la mujer o los miembros del núcleo familiar, entre otras adopciones. También se endurecen las penas para los servidores públicos que abusen de su cargo, o aquellos que intenten sobornar a un servidor público. Y la ley está en el detalle. Sí, todo puede ser sancionado con cárcel, pero existen alternativas a esta (como en el caso del grafiti). Lo cual está acompañado por favorecer la pena menos dura y una aproximación más efectiva a la tenencia de sustancias estupefacientes (lo cual, explícitamente, ya no es un delito).      

“Si miran mis sandalias, hay tabla”

El problema, entonces, resulta que es el método en que buscamos que la ley se haga cumplir. Esa convicción de que solo obedecemos ante el castigo. La idea de que somos criaturas que solo nos abusamos del refuerzo positivo. Que la única manera en que el tejido social funcione es asustándonos con la posibilidad de terminar en un sistema carcelario conocido por abarrotamiento y peligro. No es únicamente el querer mostrar sus ‘manos limpias’ y espíritu de rectitud a través de la legislación, es la percepción de una sociedad patriarcal y jerárquica, donde el garrote es la forma de Estado más efectiva.  

“Si sacan menos de nueve, sea quien sea, hay tabla”

Peor aún, puede que tengan razón. Hace un par de días hubo la noticia sobre las largas colas en la Comisión de Tránsito del Ecuador en Guayaquil. Todos buscaban renovar su licencia. Lo hacían únicamente por la nueva multa que rige en el COIP a quienes manejen un vehículo con licencia caducada. Un taxista comentaba que su licencia había caducado a finales de 2013. Otro, que la suya había caducado hace un año. Uno, que no quiso dar su nombre, la tenía caducada desde 2008. La fila daba la vuelta a la manzana, empujada por la tabla mágica de nuestro nuevo Código Penal.

Contenido externo patrocinado

Ecuador TV

En vivo

Pública FM

Noticias relacionadas

Social media