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El Telégrafo
Alfredo Vera

La ortodoxia izquierdista

10 de junio de 2014

Con frecuencia aparecen analistas políticos que, sin haber asumido nunca una postura vivencial o militante de izquierda o de derecha, se toman la libertad de calificar a determinados actores como leales o desleales de esas tendencias, pretendiendo autoconsagrarse como jueces que califican a los demás, sin tener ninguna autoridad para ello.

Pretenden jugar el rol de vigilantes de la ortodoxia, como si las ideas políticas fuesen como son en las religiones, dogmas que obligatoriamente hay que considerarlas verdades absolutas que se creen o no se creen, pero no se discuten.

En las ciencias políticas, por ser ciencias, sus verdades tienen que fundamentarse en hipótesis susceptibles de comprobarse en función de las realidades internas y externas que tienen vigencia cuando se formula una suposición.

Durante la Revolución Francesa se adoptó la denominación de izquierda o derecha, según donde se sentaron los asambleístas; y cuando se proponía quitar al rey el poder absoluto para que pase como derecho de la colectividad, los de la izquierda apoyaban con vehemencia los cambios.

Desde entonces, izquierda y derecha luchan por captar el poder a favor de la oligarquía, propietaria desde siempre de los medios de comunicación, la banca y los grandes comercios, santificada casi siempre por la alta clerecía en controversia con los curitas del y para el pueblo.

La concepción científica del izquierdismo provino de los criterios elaborados en forma fundamental por los alemanes Carlos Marx y Federico Engels y aplicados desde el poder por Lenin y Stalin en la Unión Soviética; más tarde en China con Mao Tse Tung; en Vietnam con Ho Chi Minh; en Corea con Kil Im Sum; en Cuba con Fidel Castro.

Otras infinitas variantes de propuestas izquierdistas fueron planteadas por partidos y movimientos, analistas y estudiosos del comunismo, del socialismo, del vanguardismo, del progresismo y no siempre se pudieron poner en práctica, precisamente por carecer de poder.

En este ámbito de las ideas, las propuestas y las ideas, no existen dueños de la verdad: quien lo pretenda es un farsante si no es capaz de explicar sus razones.

Las ideas del izquierdismo revolucionario impulsan las propuestas de cambios en la estructura social, lo que se hace posible cuando hay cuotas de poder que permitan instrumentarlos para que dejen de ser utopías y se conviertan en realidades en beneficio de los excluidos y los marginados, en suma, de los beneficiarios de estos desvelos.

Mi fraterna solidaridad póstuma al compañero Pedro Saad Herrería, amigo de toda la vida.

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