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El Telégrafo
Werner Vásquez Von Schoettler

La emancipación del conocimiento

05 de enero de 2015

La Revolución Ciudadana ha producido cambios estructurales nunca antes vistos en Ecuador. Estos cambios son posibles porque las mayorías apoyan y legitiman un proyecto político que busca que el país cambie su modelo de desarrollo; que abandone una economía primario-exportadora y pase a una economía del conocimiento infinito. Para lograrlo es necesario desde ganar elecciones hasta incentivar el cambio de la matriz cognitiva: el cómo y el para qué hacemos y pensamos.

Este cambio de matriz no es tarea fácil, por el contrario, es una enorme lucha social por la emancipación. Para algunos basta que el Ecuador mejore sus indicadores económicos y sociales; para otros, el que se mantenga la estabilidad financiera y que la población consuma más de lo mismo. Es decir, que la visión sobre el futuro es una disputa permanente de lo que hemos sido y de lo que queremos ser. El crecimiento de la clase media es un gran ejemplo de las grandes contradicciones que todo proceso de transformación tiene que aprender.

La clase media en su inmediatez busca incrementar su consumo; diferenciarse socialmente para adquirir nuevo estatus y alejarse de su mayor miedo que es el de ‘caer’ en la pobreza. A la clase media ya consolidada le interesa que sus hijos se eduquen pero que lo hagan en centros exclusivos donde podrán ser diferentes a sus padres; estos darles a sus hijos lo que ellos nunca pudieron vivir y así un gran etcétera.

Las consecuencias políticas son que los grupos que ya alcanzan ese nivel de bienestar consideran que el país de pronto debe abrirse al mundo sin restricción; de pronto tienen un enorme interés por la economía global y toman partido por lo viejo conocido. Casi con ingenuidad descubren el universo de la política, sus contradicciones y luchas cuando defienden sus intereses, sobre todo, morales.

Reconocen que el país ha cambiado pero que ahora es necesario que las cosas no vayan tan rápido; que el país requiere ser más cauteloso y moderado; y que los grupos que aún no alcanzan el bienestar: bueno, que esperen a que les llegue su tiempo. Todo gira en la inmediatez; ya no interesa el tiempo pasado: las crisis financieras, la oligarquía, la quiebra de bancos, etc. Todo eso es pasado y ahora es el tiempo de vivir al máximo: consumir y disfrutar la ilusión post de un mundo que no termina de modernizarse.

Defienden lo público si tienen algún interés en el mismo, si no hacen vanagloria de lo privado como lo verdaderamente productivo. Por eso es clave que la Revolución Ciudadana se innove en su tercera fase. El conocimiento, la ciencia, la tecnología exigen una revolución sobre los sentidos del saber y el aprendizaje. Una lucha contra la banalización de la vida que significa emancipación cooperativa y colectiva.

Una reflexión profunda de cómo y para qué pensamos. Eso que la sociedad burguesa no quiere que las mayorías hagan: democratizar, desprivatizar el conocimiento avanzado y sus formas de acumulación y ponerlo a servicio del buen vivir… ¡Que leamos más a Vallejo, a Octavio Paz, a Mariátegui, a Habermas, que a los Oppenheimers del minuto televisivo!

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