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El Telégrafo
Alfredo Vera

La bronca extraviada

22 de julio de 2014

La mecánica política ecuatoriana conduce a la desesperación de algunos opositores al régimen, quienes, en calidad de pitonisas, pretenden adivinar lo que va a suceder y ante cualquier versión que circula -con o sin fundamento- es motivo para que empiece una nueva bronca o agitación a ver si pueden levantar una campaña de resistencia y convertir en guerra blanda las reacciones de los habitantes de la nación.

El objetivo central es levantar una campaña de violencia y provocación y difundir a través de los medios de comunicación nacionales e internacionales que Ecuador vive un ambiente de rebelión con los cuatro gatos que salen a manifestar su resistencia y, si fuera posible, desatar actos violentos para crear un ambiente de convulsión.

Convocados por dirigentes de la UNE, en cada caso un grupito de campesinos en la provincia del Guayas levanta un supuesto paro en protesta por el mal estado de las vías; otro grupo, en otro sitio cercano, reclama por la supuesta firma de un TLC con Europa; otros reclaman que el Gobierno pague una supuesta deuda al IESS; el tema de las cocinas eléctricas; y así, como 8 argumentos de protestas que no pasan de ser una algazara minúscula, pues para los dirigentes lo importante es que la prensa reporte que hay en marcha un levantamiento general del campesinado, aunque todos juntos no pasan de unas 300 personas.

Se les ha extraviado la bronca: no encuentran forma de aglutinar más gente y, para los dirigentes de esta agitación, el juego está en dar la sensación de que la protesta es imparable y que los reclamos son de todos y por todo.

Felizmente, la fuerza pública no cae en la provocación y luego de una escaramuza de gritos sin eco, la gente se va retirando y los curiosos emiten una sonrisa piadosa al constatar que en todos los sitios de las convocatorias el fracaso es igual.

La idea es gestar una supuesta persecución a la autodenominada protesta social y, desde luego, cada ecuatoriano tiene derecho a escoger si apoya o combate al régimen, pero la realidad es que los ‘contreras’ no encuentran apoyo y, ante la orfandad manifiesta, la desesperación les altera los ánimos y pasan a los insultos.

Mientras sigan siendo como el zumbido de una mosca, que fastidia pero no pica como el mosquito, ellos cumplen una función profiláctica, porque llaman la atención sobre muchos temas que denuncian anunciando que ya viene la tormenta, aunque ni siquiera está lloviendo: en lugar de sembrar protestas o miedos, le permiten al régimen sacar provecho de que no había sido cierto el temor; por lo contrario, se trataba de algo positivo, como puede demostrarlo en la sabatina siguiente, en la que se demuestra que el susto no pasa de ser una alerta temprana, una bronca extraviada.

No encuentran forma de aglutinar más gente y, para los dirigentes de esta agitación, el juego es dar la sensación de que la protesta es imparable y que los reclamos son de todos y por todo.

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