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El Telégrafo
César Hermida

Juan Moreira

19 de julio de 2014 - 00:00

La muerte es parte de la vida, pero cuando nos deja un médico joven y distinguido, apenas en sus cuarenta, en pleno apogeo profesional, disfrutando de una hermosa familia, su partida resulta muy triste. Juan Moreira inició su profesión en el servicio a la comunidad en las remotas zonas rurales de Esmeraldas. Allí cumplió su medicina rural y se quedó combatiendo la oncocercosis hasta erradicar esta enfermedad de la ceguera.

Viajaba en autobús, canoa y en largas jornadas caminando. Más tarde fue a Europa para obtener su maestría y su doctorado en epidemiología. A su retorno se hizo cargo de la Dirección General de Salud, en un período difícil, de muchas ocupaciones y preocupaciones, pero siempre leal a la gestión pública y a su ministro.

Fue un hombre dedicado a la investigación científica en el terreno, por eso se vinculó con la Fundación de Salud (Funsad), compartiendo los proyectos del calificado equipo. Asesoró en varios campos y dirigió con acierto y rigor tesis innovadoras de doctorado. Se vinculó a la Universidad Central mediante un concurso y compartió su sólida formación académica y su notable experiencia de servicios.

Un problema muy difícil para los médicos, como pacientes, es conocer que sufren una enfermedad grave. Juan conoció su diagnóstico de fibrosis pulmonar, llamada ‘idiopática’ porque no se conoce la causa y, por lo tanto, tampoco su tratamiento. Es penoso saber que la vida se acaba sin que haya solución, a pesar de las vanidades de la ciencia. Pero Juan compartió con sabiduría y entereza con su esposa Elisa, y sus hijos Martín y Andrea, aún adolescentes, y afrontó los últimos años de su vida el destino prefijado. A todos enseñó, particularmente a sus amigos, Tamara, Oscar y tantos otros, que había que vivir -y partir- en paz con el mundo.

Juan nos deja, un hombre inteligente, solidario, sencillo, cálido, que mantuvo siempre un compromiso científico y político. Compartió en las redes sociales y en su blog su producción interdisciplinaria, en epidemiología, en salud y movilidad humana, en la lucha solidaria por la equidad y la justicia. Con esos ideales formó parte de la Asociación Latinoamericana de Medicina Social (Alames). Compartió -además- en su blog sus interesantes trabajos literarios y, como notable lector, formó parte del coloquio de reunión mensual, comentando y recomendando libros valiosos.

Parte un hombre bueno, trascendente, cuyos méritos se destacan como ejemplos, dejándonos a su familia, su obra, su recuerdo, sus aportes.

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