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El Telégrafo
Sebastián Vallejo

Israel, Palestina y la tragedia de los eufemismos

11 de julio de 2014 - 00:00

No bastó mucho para que el Gobierno israelí iniciara la operación ‘Borde Protector’. Es doublespeak, el arte mismo del eufemismo. La agresividad de las incursiones en Gaza no tiene ninguna reminiscencia de protección. Lo de borde es una entelequia, si estás apostado en los territorios ocupados. Ese discurso de la derecha israelí que busca justificar su desproporcionalidad bajo la premisa de que la defensa no es un crimen, dejó de ser convincente.

Una guerra que inició, básicamente, por ocho radicales en ambos lados. “Netanyahu, en comparación, es el moderado en este gobierno de locos”. Me lo dijo un amigo israelí. La comparación estremece. Estremece pensar la influencia de Neftalí Bennet y Avigdor Lieberman. El uno dijo que haría todo en su poder para asegurarse de que los palestinos nunca tengan un Estado. El otro dijo que sería mejor ahogar a los prisioneros palestinos en el mar Muerto antes de darles amnistía. Ambos hablaron desde sus posiciones ministeriales. Ahora se desempeñan como Ministro de Economía y Ministro de Relaciones Exteriores, respectivamente.

Y es que se puede sentir todo el odio gratuito y el racismo de la derecha israelí, enfrentados al sarcasmo e impotencia de la izquierda. Y esta acción coordinada del Gobierno israelí de bombardeos a por lo menos 750 locaciones en las primeras 48 horas está siendo marcada por la cantidad de muertos y heridos, la cantidad de destrozos, la cantidad de violencia en una zona que en tiempos de paz apenas llega a sobrevivir. Hamás ha respondido; pero lanzar piedras a tanques -como analogía- no deja más que raspones. Si el conflicto sigue marcado por la eficiencia de cada bando para matar al otro, pronto no habrá mucho más por lo cual pelear.

Así como atacar ciudades desde Gaza no es una señal de buena fe, bombardear el área más densamente poblada del mundo, así el blanco sea tu enemigo armado, sigue siendo un acto de crueldad. Las tragedias son palestinas al final del día. Las historias de los niños huérfanos o los niños asesinados son palestinas.

Esto no es culpa del sionismo. Tampoco es culpa de la razón judía. Es la visión guerrerista y violenta de un grupo ideológico que, para quien guarda el shabat, muy rápido se ha olvidado del Talmud y todas aquellas lecciones sobre ser el Otro, a tratar al Otro como a uno mismo. Y es un mundo que llora más una goleada que una masacre. Y esto no es un eufemismo.

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