De las escaramuzas, amenazas de los francotiradores, incursiones, estilo guerrilla y el sabotaje informativo de los medios comerciales, se trasladan para 2015, a la declaratoria de la guerra mediática, feroz con todas las armas y sin tregua, hasta, supuesta e inútilmente, vencer al gran líder que se afianza como conductor de la Revolución Ciudadana con proyección en Latinoamérica.
Sin otra alternativa, la prensa privada, al darse cuenta de que sus aliados, la oligarquía y la derecha política carecen de probos dirigentes, asume la jefatura de la oposición hasta convertirse en el eje de una no descartada insurrección. Es oportuno recordar, como aseveración, la intentona golpista del 30 de septiembre en que los medios ‘independientes’ pretendieron manipular el frustrado suceso y alentar a los sediciosos en sus fines desestabilizadores del régimen del Buen Vivir. Todavía quedan algunos perturbados, que por cualquier medio pretenden retornar al pasado tenebroso y de injusticia social, que ya no volverá.
Frente al instante crucial, el presidente de la República, Rafael Correa, pide la unidad en Alianza PAIS para las elecciones de 2017 y que en 2019 se recuperen las alcaldías de Quito y Cuenca. En respuesta a la guerra mediática anunciada, el Movimiento PAIS define su estructura orgánica y se propone varias metas para 2015, entre ellas “el fortalecimiento de la comunicación entre directivas nacionales y el territorio, así como el incremento del número de adherentes permanentes”. El llamado del Mandatario es cívico y de alerta para enfrentar, sin belicismo, a los atrevidos rivales. No se aspira a la prevalencia del partido único, sino a convertirse en el mejor, para servir en condición de gobernante a los sectores abandonados por el neoliberalismo.
La decisión de Rafael Correa de continuar, a petición de los sectores populares mayoritarios, en el proceso de cambio, hasta concluir el proyecto político de Alianza PAIS, ha causado indignación, pánico y desesperación en el grupo de oposición, porque en el fondo se trunca la esperanza de rescatar privilegios y una vida de ocio placentera.
Como los reaccionarios se comportan desalentados y sin líderes, la prensa privada y sus instituciones aliadas se alistan para continuar sus acciones de boicot al trámite de las reformas constitucionales, incluida la reelección, pero esta vez a manera de guerra sin cuartel, centrada contra el Primer Mandatario, que se yergue invencible, con el amparo de su vasta obra social.
El periodismo debe desarrollarse en un ambiente de paz y confianza donde prevalezcan los valores morales, la verdad y el respeto. La prensa ‘independiente’, mientras persista en la ofensa y el escándalo informativo sin fundamento, seguirá perdiendo espacio. La guerra mediática se torna irreversible para 2015. Se intensificará la compaña de desprestigio contra el régimen, en su angustia por detener el cambio histórico en la conducción del Estado.
El gobierno socialista siglo XXI tolera y se abre al diálogo, pero no acepta la ofensa y la calumnia. Se vuelve indispensable proteger el liderazgo de Correa, enfrentando con firmeza la guerra mediática.