Comparto el duelo que nos aflige a millones de humanos unidos por el nombre mágico de Gabo, en 35 idiomas, que leen sobre la Tierra y que se embelesaron con Cien años de soledad y otros títulos, de la prodigiosa creatividad del latinoamericano universal.
Su nombre, indisolublemente unido a la causa de la revolución de Cuba y a la figura de Fidel, lo convierte en fraterno con buena parte de esos millones de lectores, que coincidimos con esa afinidad.
Desde hace 5 décadas Cuba soporta la descomunal agresión donde, aparte del genocida bloqueo comercial, destaca el patrocinio de la CIA a los grupúsculos de exiliados, algunos de los cuales practican el terrorismo criminal que ha colocado bombas en los hoteles cubanos para ahuyentar el turismo, convertido en una de las ramas del sector productivo para la supervivencia de la isla.
Como fue siempre desde el triunfo de la revolución, Cuba asumió la defensa de su soberanía, de su libre albedrío y de su autodeterminación, y organizó un modesto pero eficaz grupo de defensa infiltrado entre los terroristas afincados en Miami, para descubrir y neutralizar las agresiones de los criminales, muchos de ellos organizados y financiados por la CIA.
Una guerra desigual que los cubanos libran a base de su amor a la patria que la extiende a toda la Tierra, a toda la humanidad.
Cinco de esos patriotas fueron descubiertos, enjuiciados penalmente -previa campaña mediática- para inducir al jurado de Miami a condenar en forma drástica y envenenada a los cinco infiltrados: así fue y uno de ellos condenado a dos cadenas perpetuas, como si fuese a tener dos vidas.
El Gobierno norteamericano, culpable de miles de crímenes en la propia Cuba, en toda América Latina, en el lanzamiento de las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki, en las guerras de Vietnam, en las invasiones a Irak y tantos otros pueblos, se porta insensible al pedido que hacen millones de ciudadanos para que los tres cubanos que aún permanecen encarcelados sean indultados.
El propio Gabo, con esa lealtad ideológica que lo caracterizó toda su vida, se lo pidió personalmente al entonces presidente Clinton, y ahora, entre el 4 y 11 de junio, miles de ciudadanos de todo el mundo residentes en Estados Unidos se reunirán en Washington frente a la Casa Blanca para solicitar el indulto de los cubanos antiterroristas.
Los que no podemos ir a Washington, escribamos cartas al presidente Barack Obama y a los secretarios John Kerry y Eric Holder, para cumplir un compromiso solidario en defensa de los derechos humanos de esos compatriotas de nuestra América, de esos hermanos de la Patria Grande.